Por Alejandro Maidana

En la Carta Encíclica Laudato Sí, creada por el Papa Francisco el 24 de mayo de 2015, advierte que los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. Allí el Papa advirtió que el daño que la humanidad está haciendo al planeta ya no se limita al clima, al agua y al suelo, «sino que ahora amenaza la vida misma en la Tierra» y, ante esto, «no basta con repetir declaraciones que nos hacen sentir bien.

La encíclica se centra en el planeta Tierra como lugar en el que viven las personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas en los seis capítulos compuestos; presenta el subtítulo: Sobre el cuidado de la casa común. En su última encíclica, el Papa resalta que “merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo” y, continúa diciendo, “los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”.

Sobre esta importante base la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Regional Córdoba, decidió enviarle una misiva al Sumo Pontífice con la intención de hacer un sincero llamado de atención ante tamaña manifestación de destrucción y voracidad capitalista. La provincia serrana ha perdido el 96% de su bosque nativo, situación empujada por el avance de la frontera agropecuaria, los incendios, el desmonte y la urbanización. Hoy la provincia de Córdoba posee tan solo 500 mil de hectáreas de bosque nativos, habiendo desaparecido 11.500.000 hectáreas (el 96 %) de bosques nativos.

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A lo antes mencionado, se le suma una actividad agrícola contaminante, donde la utilización de agrotóxicos impacta de sobremanera sobre los distintos ecosistemas. Una realidad tan escabrosa como explícita, que tuvo su corolario con la autovía de montaña, una megaobra que se llevó puesta a la justicia y a la decisión de los pueblos, que con un rotundo NO, habían dejado en claro su postura. Un conjunto irrefutable de ataques al ambiente, a la Casa Común como la definió el Papa Francisco, y que ineludiblemente requiere el compromiso colectivo de una sociedad que no puede escaparle al hipnotismo de su ombligo.

Aquí la Carta de APDH al Papa:

Estimado Papa Francisco I:

Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Regional Córdoba, nos dirigimos a Ud. a través de nuestro compañero -quien fuera copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Córdoba, Rafael Velazco- para manifestarle nuestra preocupación por una situación que involucra su nombre y a la Iglesia Católica que hoy se encuentran firmemente comprometida en la necesidad del cuidado de nuestra Casa Común.

En vista de los actuales y contemporáneos conflictos socio-ambientales por los que colectivos de vecinos y vecinas a lo largo de todo el planeta se ven afectados y afectadas, se levantan en defensa de sus derechos a la vida y al ambiente sano, es que recuperamos lo planteado por Usted en la encíclica Laudato si’: sus observaciones, sus definiciones y su apelación al cuidado de la vida, a la protección de un planeta, lo cual resulta de gran inspiración y respaldo a estas luchas socio-ambientales que se reproducen principalmente en el Sur del mundo. Luchas que se posicionan contra modelos económicos que afectan las condiciones de sobrevivencia de las poblaciones y los ecosistemas.

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Particularmente, desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Regional Córdoba, acudimos a Usted para que nos ayude a ser escuchados por la Corporación Andina de Fomento perteneciente al Banco de Desarrollo de América Latina, organismo que ha financiado con 75 millones de dólares (una cifra por demás escandalosa frente a las urgencias de la ciudadanía cordobesa, la desigualdad social, y la pobreza) un tramo de la Autovía de Punilla (la cifra completa será aún mucho mayor). Esta Autovía cordobesa daña una zona muy vulnerada ecológicamente e incrementa el daño de cuencas hídricas que se encuentran en una muy grave situación; cuencas hídricas que proveen agua para el consumo humano de la ciudad de Córdoba.

En un sentido más preocupante aún, los recientes estudios demuestran que el agua de consumo humano de la red de la ciudad de Córdoba contiene casi el doble de microcistinas que lo permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las microcistinas son toxinas procedentes de la extensa eutrofización del Lago San Roque, que los tratamientos de potabilización del agua no logran contener.

Cabe resaltar que masivamente los pobladores del Valle de Punilla rechazaron esta obra, una obra que incluso cuenta con recorridos alternativos que no generarían el impacto ambiental que el proyecto en vigencia encierra, pero los gobiernos persisten en el proyecto cuestionado a pesar del rechazo popular.

Este proyecto de Autovía, que desde la APDH Regional Córdoba venimos repudiando hace tiempo y pidiéndole explicaciones al Banco de Desarrollo de América Latina que nunca nos dio una respuesta ya que, paradójicamente, esta Autovía viola las propias salvaguardas ambientales establecidas por el propio banco de desarrollo para financiar proyectos de infraestructura vial, perjudica y seguirá perjudicando la vida. En este sentido, queremos destacar que es de nuestro conocimiento que la Corporación Andina de Fomento / Banco de Desarrollo de América Latina se presentan como una “Banca Verde”, desarrollando proyectos educativos con la organización católica Scholas Occurrentes2, lo cual es absolutamente contradictorio con la defensa de nuestra Casa Común.

Queremos contarle, también, que cuatro miembros de esta APDH, presentamos una petición colectiva firmada por más de 700 personas reclamando el respeto de sus salvaguardas y la suspensión del financiamiento del proyecto.

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Pero la destrucción que implica la construcción de esta Autovía no se limita solamente al impacto sobre el agua, la flora y la fauna, sino también a sitios arqueológicos de vital importancia y a los pocos bosques nativos que hoy tenemos en Córdoba como consecuencia del avance agro-ganadero, la especulación inmobiliaria, y los incendios que años tras años vemos arrasar con todo a su paso como producto de la falta de prevención gubernamental, la intencionalidad humana y las condiciones climáticas.

Nuestra lucha por los ecosistemas cordobeses comparte lo que usted mismo ha expresado:

“El deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles” Con esta carta queremos, respetuosamente, ponerlo en conocimiento de la preocupante situación que vivimos actualmente en Córdoba, en caso de que no estuviera al tanto y sin ánimos de subestimar su información sobre todas las problemáticas y dolencias a nivel mundial. Le imploramos que tanto su Iglesia como su persona nos ayuden a proteger lo poco que queda de nuestro ambiente saludable y natural en la provincia de Córdoba; nuestra urgencia y desesperación responde a que ya no hay tiempo qué esperar.

La crisis ambiental es una crisis que atenta contra la vida humana, vegetal, animal, contra los minerales y recursos naturales, y fundamentalmente con nuestros hombres y mujeres, niños y niñas, que son reprimidos por las fuerzas de seguridad cordobesas cada vez que intentan proteger con sus cuerpos, en manifestaciones pacíficas y acampes, lo que queda del Valle de Punilla.

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Como si fuese poco, dichos asambleístas fueron atacados -en marco de una protesta en una actividad organizada por la Universidad Nacional de Córdoba y la CAF- por las declaraciones del Rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Juri, que los acusó de ser “financiados” por “bancos nazis”, lo cual representa un total, injusto, y doloroso disparate que fue repudiado por diversos organismos, organizaciones y facultades de la Universidad.