El médico psiquiatra José Eduardo Abadi consideró que ante la pandemia de coronavirus, “no hay que quedarse zambullido en noticas 24 horas por día cuando el 90 % son repeticiones de aquello que ya se sabe”.

En diálogo con Radio Síntesis  del diario digital Conclusión, el también escritor y dramaturgo añadió que “si bien la letalidad no es tan alta”, y que el contagio sí lo es, “incide de un modo significativo y eso despierta una cuota de ansiedad, de angustia y de preocupación que hay que manejar”.

Asimismo, agregó que “los síntomas corporales no son graves ya que nadie se muere de un ataque de angustia”, y que “la fantasía es muy fuerte, produce taquicardias, palpitaciones, agitación respiratoria, trastornos grastrointestinales y el individuo cree que se muere y se vuelve loco, pero no ocurre nada de eso”.

“Los ataques de angustia, son desde el punto de vista anímico, muy sufrientes. Esto es lo que vemos en un primer plano y tenemos que ocuparnos de ayudar a que esté en un nivel aceptable a través de información y no a través de fantasías inconscientes que a veces operan en estos escenarios”, explicó.

En tanto, señaló: “Estas situaciones alteran el equilibrio de la distancia que tenemos que tener, no solamente la distancia física para no contagiarnos, sino la distancia psíquica que tenemos que tener para no quedar acotados por este tipo de informaciones”.

“El hecho de estar viendo permanentemente noticias que dicen ‘murió una persona en el mundo’, produce un impacto que hace que enseguida aparezca la idea de que ‘el próximo puedo ser yo’”, graficó.

En tal sentido, Abadi recomendó: “Por lo menos tratemos de establecer un acercamiento y un cuidado de nosotros mismos y eso es saber qué nos puede hacer bien y qué nos puede ayudar, y que con el conocimiento de ello le podemos hacer bien al otro”.

Al respecto del encierro que experimenta la sociedad, el facultativo recomendó no vivir la situación como un imperativo opresivo que prohíbe desde una especie de autoritarismo agresivo, que el inconsciente la traduce como prisión y encierro”.

“¿Estoy castigado dice la fantasía inconsciente? ¿Seré culpable de algo?”, se preguntó, para enseguida describir: “Por ello se instalan las fantasías culpógeno-neuróticas, aparecen argumentos apocalípticos de una plaga del fin del mundo por una humanidad pecadora y yo creo que todas cosas que obviamente son producto de esa emoción, de esa angustia y de esa dificultad de procesar lo que está ocurriendo”.

Más adelante expuso que a la situación “hay que vivirla como una elección personal” y añadió: “Me quedo en mi casa porque quiero vivir la vida, es muy distinto decir ‘me quedo porque lo elijo’ a decir ‘me quedo porque yo en realidad elegiría otra cosa pero me imponen esto’”.

“Cada tanto, desafortunadamente ocurren ese tipo de situaciones a nivel global – prosiguió el psiquiatra – y esas  enfermedades que podemos comparar con un accidente o como un desastre natural, no trataría de asimilarlas con la idea de una guerra”.

Inmediatamente, afirmó: “No es una guerra, somos los hombres que estamos frente a una enfermedad. No se lo personaliza al virus porque uno se siente perseguido de otro modo, genera un nivel de fantasía que tiene que ver con el equipaje pero que  nos distancia de un miedo útil”.

“Creo que en esta situación hay que tener miedo útil. ¿Qué quiere decir esto? Poder racionalmente observar que nos enfrentamos para poder elegir las herramientas con las que o nos corregimos o nos iremos, nos escaparemos o la enfrentaremos” manifestó.

Finalmente, consideró: “El miedo útil es valiente, es aquel que se sabe reconocer la realidad, la verdad que tiene enfrente y nos protege del pánico inútil, el pánico que no sirve para nada porque nos bloquea, nos tensiona, nos paraliza y nos produce conductas distorsivas”.