Por Alejandro Maidana

“Las tormentas hacen surgir los recuerdos, igual que dejan cosas flotando en la playa. Son cosas que uno piensa que han desaparecido para siempre hasta que, de repente, aparecen allí: descoloridas, gastadas, pero allí otra vez” Don Winslow

Cambio climático, efecto invernadero, lluvias históricas, desmonte, monocultivo y canales “clandestinos”. Estas son las puntas de un debate que suele tener diferentes aristas, a la hora de abordar una problemática que se ha tornado recurrente.

Algunas investigaciones han llegado a la conclusión que América del Sur contribuye al efecto invernadero del mundo con un 5 por ciento, y la mitad de ese porcentaje es debido a la deforestación. Esta línea se ubica claramente sobre la teoría de la alteración del clima.

Los años húmedos y los años secos, suelen ser la plataforma en la cual se basan otras teorías. ¿Llueve la misma cantidad de milímetros que décadas pasadas? ¿El suelo sigue siendo el mismo o ha sufrido un cambio brusco? ¿El modelo productivo colaboró para estar padeciendo esto?

Preguntas con respuestas, pero todas ellas apoyadas en una teoría.

Luis Blotta es ingeniero agrónomo y especialista en clima, como ex inundado de Pergamino basa su análisis en lo cíclico de los periodos lluviosos. “Para hablar del tema de los ciclos secos y húmedos, en el sur de Sudamérica, nada mejor que hable de mi aldea (Pergamino), donde viví y trabajé 23 años. La base de datos de dicha región abarca el período 1894-febrero de 2003 y cuenta con 115 fichas, cuya información fue recopilada, principalmente, del diario local “La Opinión”, aunque también se utilizó información proveniente del Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), de los archivos del Servicio Meteorológico Nacional y de otras fuentes locales de información”.

El ingeniero compara los ciclos lluviosos para obtener una respuesta a las muchas preguntas reinantes. “Si podemos diferenciar las lluvias de las inundaciones y aceptar el impacto creciente de estas últimas, entonces estamos en condiciones de analizar cuáles son los factores de riesgo y de qué manera se han agravado, a lo largo del siglo. De este modo, dejaremos de percibir la inundación como un fenómeno inevitable y extraordinario para comenzar a definir y ejecutar acciones que dependen de la acción humana y que tienden a disminuir el riesgo. Las grandes lluvias retornan permanentemente de manera cíclica,  por ende, nadie va a planear una obra a futuro porque a la política de nuestro país eso no le sirve”.

Blotta habla de lluvias “extraordinarias” como las causantes de los grandes desastres. El crecimiento demográfico, la gran cantidad de residuos acumulados y la falta de obras, son aderezos concretos que suman a lo que regala el cielo. Sobre la necesidad de prevenir estos fenómenos dijo “La intervención humana se focaliza casi exclusivamente en la ejecución de obras. Existen algunas propuestas de intervención a escala local y regional identificadas hace varias décadas, pero su complejidad técnica y los montos de recursos económicos requeridos, parecieran colocarlas siempre por fuera del alcance de la sociedad local. De este modo, dejaríamos de percibir la inundación como un fenómeno inevitable y extraordinario para comenzar a definir y ejecutar acciones que dependen de la acción humana y que tienden a disminuir el riesgo”.

Por otro lado el profesor Eduardo Spiaggi hace hincapié en el modelo de cultivo y la feroz depredación de los bosques nativos para tomar una posición sobre la temática “Relacionar  las inundaciones con las grandes lluvias que suelen darse cíclicamente, es materia de debate. Lo que es innegable es que este modelo productivo consolidado hace algunos años ha atentado de sobremanera contra nuestros suelos y la población toda”.

El crecimiento de las napas freáticas suele estar emparentado con el monocultivo de la soja y a la no rotación de la siembra. “En lo particular no tengo dudas que una tierra que debe soportar el peso de las orugas de una retroexcavadora, que desmonta sin cesar sufre alteraciones. Las diferentes capas se compactan no permitiendo la absorción debida del agua, sumado a que la misma llega de manera virulenta en muchas oportunidades”, dijo Spiaggi.

“Hay un modelo productivo ligado a la depredación y al transgénico, el poder  con el que debemos dar  la pelea es monstruoso, por eso no sorprende que hoy el INTA no permita llamar “agrotóxico” al glifosato. Esto a sabiendas de su impacto nefasto para con la salud, debemos comprender que el poder económico es inmenso, y el mismo atraviesa la política de turno que suele desviar el debate o directamente evitarlo”, enfatizó el agroecólogo.

Las inundaciones siguen siendo un problema sin resolver, tanto Blotta como Spiaggi coinciden en algunos puntos muy importantes a la hora de tratar de comprender la actualidad. Esos temas son los mal llamados “canales clandestinos” que desvían el curso de las aguas, si están dentro de un campo privado no pueden ser referenciados así, tienen nombre y apellido. Y otro, es la inacción a la hora de realizar obras de infraestructura a sabiendas de que se debe lidiar con un fenómeno recurrente que complica la existencia de muchas familias.