La mayoría de nosotros nacimos analógicos, por lo que nuestra manera de pensar y actuar va en sintonía con eso.

Hasta hace no muchos años estábamos acostumbrados a tener equipos de audio, relojes y cámaras en grandes aparatos separados, pero el mundo cambia constantemente y los avances tecnológicos nos sorprenden a diario.

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Aplicarlos correctamente a nuestra rutina trae grandes beneficios y nos permite ser más ágiles, prácticos y productivos.

Eso sucede tanto en lo personal como en el plano empresarial: algunas compañías ya tienen estructuras horizontales con empleados conectados y una visión digital, lo que acelera procesos y predice resultados.

Pero no todo es color de rosas. Hay varias que aún no se animan (o no saben cómo) a dar el primer paso, ya sea por cuestiones de dinero, costumbre o miedo a arriesgar.

Algunos términos como analytics, change management, design thinking y six sigma pueden resultarnos muy ajenos y desconocidos.

Lo cierto es que para vencer esas barreras es importante formarse y asesorarse con profesionales que acompañen a quienes deseen evolucionar hacia la cultura del dato.

Durante el proceso de innovación es conveniente invertir en capacitación: luego, los resultados se verán reflejados positivamente en la mejora del funcionamiento del negocio, lo que supone una recuperación de la inversión.

La transformación digital comienza con un cambio de mentalidad y, para eso, la educación in Company es fundamental.

La cultura del dato implica el acceso autónomo a la información: que todos los miembros puedan analizarla y utilizarla de forma online y actualizada.

Pero para aceptar estos nuevos modos de operar tras años de estructuras piramidales, en primer lugar hay que asumir que las compañías están mutando. Luego, hacer algo al respecto.

Invertir en la formación de los trabajadores en todos los niveles internos es el puntapié para el cambio cultural.

Con el tiempo, la organización estará cada vez más alineada y comprenderá los beneficios de innovar. Entenderá que no se debe desaprovechar la data generada en cada acción, muchas veces desestimada.

Por ejemplo, existen alianzas y fusiones en las que las bases de datos quedan en el camino, dispersas: hay que beneficiarse de todo ese contenido lleno de valor. Para tomar buenas decisiones, es importante recopilar información, convertir los procesos a digitales y tener todo en la nube.

Los procesos manuales quedaron atrás, pero para llegar al punto de reemplazarlos no basta con la tecnología. Hay que tener estrategias previas a la ejecución e implementación de instrumentos.

Equiparar visiones será necesario para comprender dónde están las oportunidades y saber cómo encararlas. Conectar las aristas de la empresa permitirá trabajar de forma independiente, pero con un objetivo en común.

Estamos transitando tiempos de cambio acelerado, la coyuntura nos grita que hay que adaptarse y no nos da alternativa. El coronavirus expuso la fragilidad de ciertos negocios para abordarlo, pero aún están a tiempo de hacer el click y entender que es momento de aprender para crecer.