Si bien la fecha de la conmemoración del Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín es el 17 de agosto, por motivos de calendario este 2022 la festividad se trasladó a este lunes, por lo que recordamos al Padre de la Patria.

Este miércoles se cumplirá el 172º aniversario de la muerte del General San Martín, gran el Libertador de América, cuya figura simboliza el compromiso y el coraje en la conquista de la libertad y la independencia de los pueblos. 

Hijo de Juan de San Martín, teniente gobernador de Corrientes, y de Gregoria Matorras, el pequeño José Francisco se crió en el seno de una familia española que no tardó en preferir volver a su país a quedarse en aquellos turbulentos estados coloniales.

En 1789, a los once años, ingresó al Regimiento de Murcia apodado “El Leal”. Pasó, en marcha forzada, de la niñez a los campos de batalla. Dos años después, tuvo su bautismo de fuego en el Norte de África. Desde entonces pasaría varias décadas de su vida combatiendo en tierra y mar. En su prestigiosa foja de servicios consta un total de diecisiete acciones militares antes de producirse, en 1812, su regreso al Río de la Plata.

Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla General José de San Martín

Llegó como veterano de guerra de dos continentes y se preparaba para ser el Libertador del tercero: el suyo propio, la América del Sud.

San Lorenzo fue su único combate en suelo argentino: el 3 de febrero de 1813, encabezó una briosa carga de caballería para insuflar ánimo en sus hombres y despejar cualquier duda acerca de su compromiso con la causa por la que luchaba, en mensaje directo a sus detractores políticos. Cayó de su caballo y lo hubiesen matado de no ser por valientes como Cabral y Baigorria, ambos llamados “Juan Bautista”, que lo socorrieron y, con ello, garantizaron “la libertad naciente de medio continente”.

Marcha de San Lorenzo

En 1814, siendo comandante del Ejército del Norte, enfermó y debió reponerse de sus dolencias en la localidad cordobesa de Saldán. Terminó de dar forma a su Plan Continental con objetivos muy claros: ser designado Gobernador Intendente de Cuyo con mando civil y militar para garantizar la Independencia Argentina en forma definitiva, cruzar los Andes y lograr las de Chile y Perú y culminar, cuanto antes, la Guerra de la Emancipación Sudamericana con un triunfo completo y definitivo.

Si somos libres, todo nos sobra General José de San Martín

San Martín supo ser el gran motivador de una confluencia virtuosa que unió a soldados de elevada moral con un pueblo que profesaba un ardoroso y profundo patriotismo.

Fue sostén militar y político del Congreso de Tucumán que debía declarar la Independencia. Y no descansó hasta verla concretada en aquella jornada trascendente del 9 de julio de 1816.

En 1822, luego de la entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, en la que no les fue posible llegar a un acuerdo, San Martín anunció su retiro de la vida pública. Era el tiempo de retirarse “a vivir a algún rincón como hombre”.

Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles; mi edad mediana al de la Patria; creo que me he ganado mi vejez General José de San Martín

En 1823 perdió a Remedios, su esposa y amiga. Al año siguiente se unió a su pequeña hija Mercedes y decidió partir hacia Europa, contrariado con el previsible advenimiento de las guerras civiles que tanto aborrecía y en las que jamás tomaría partido. No se equivocaba: las discordias internas, enconadas y luctuosas, ensombrecerían las tres cuartas partes del siglo XIX.

En 1829, San Martín se ilusionó con volver, pero comprobó que el estado de división era irreconciliable y no bajó de su barco. Amigos y antiguos subordinados subieron a bordo para estrecharse en un abrazo con él. Otros, para exigirle alineación política y ofrecerle cargos que él rechazó. Pisó tierra uruguaya por breve tiempo. Volvió a embarcarse y jamás regresó.

Establecido en Boulogne-sur-Mer en 1848, septuagenario y casi ciego, “la fatiga de la muerte” lo alcanzaría un 17 de agosto de 1850, a las tres de la tarde.

«Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires», fue la voluntad póstuma del militar. Desde 1880 sus restos descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos.

Quedaba para el futuro su legado como referencia del camino recto a transitar por la Argentina en los buenos y malos momentos.

Himno a San Martín