Por Alejandro Maidana

En el marco de la Décima Reunión de la Conferencia de las Partes de los Convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo (BRS), que se realiza entre el 6 al 17 de junio en Ginebra, y en cuya agenda está incluida la gestión de sustancias químicas y desechos, desde Taller Ecologista recordaron la importancia de contar con información y estándares internacionales más estrictos en torno a las sustancias químicas presentes en plásticos reciclados, en favor de la protección de la salud y el ambiente.

En esta Conferencia de alcance mundial, se encuentran participando integrantes de la Red Global IPEN, de la que forma parte Taller Ecologista. “Bajo el paraguas de IPEN, desde hace años decenas de organizaciones venimos solicitando a los Gobiernos Partes que sea más estricto el nivel de contenido de COP (LPCL) para los desechos que define a los desechos de COP en el marco del Convenio de Estocolmo, que hoy por hoy son bajos”, señaló Cecilia Bianco, coordinadora del área Tóxicos de Taller Ecologista en diálogo con Conclusión.

Los estándares internacionales actuales para desechos plásticos no abordan adecuadamente el problema de los retardantes de llama tóxicos en el plástico reciclado, es preciso adoptar límites estrictos para proteger la salud y el medio ambiente. Los retardantes de llama bromados (BFR) son una familia de sustancias químicas que se encuentran en muchos plásticos, especialmente en plásticos usados en computadoras, teléfonos y otros artículos electrónicos.

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Debido a que son persistentes, se distribuyen globalmente y se acumulan en la cadena alimenticias ya que son considerados Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP). Otras sustancias químicas altamente tóxicas, llamadas dioxinas bromadas, pueden aparecer como impurezas en los plásticos que contienen BFRs. “Los límites de las sustancias químicas tóxicas en residuos son muy importantes, por ello la insistencia en visibilizar esta problemática por parte de distintas ONG’s, está sustentado en la intención de que forme parte de la agenda del COP de Estocolmo. Cabe destacar que el Convenio de Estocolmo regula el tratamiento de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP)”, sostuvo Cecilia Bianco.

La intención es que, pese a que un residuo tenga pocas partículas de COP, este se convierta automáticamente en esto último para recibir un tratamiento especial, ya que habría que considerarlo como un residuo peligroso. “Esto se debe a que investigaciones, para citar alguna podemos referenciar las realizadas en Europa, detectaron que para las sendas de las bicicletas se utilizan las cenizas de los incineradores ¿Por qué esto es posible? Se considera que si la cantidad de tóxicos que puedan tener las cenizas, fuera muy alta. debe ser considera peligrosa. Así es como se desparraman los contaminantes orgánicos persistentes a lo largo y ancho de una ciudad. Por otra parte, aparecen los plásticos que se reciclan y tienen muchos aditivos, exponiéndose a través de distintas investigaciones, su peligroso ingreso a la cadena alimenticia. Para citar algunos, podemos referenciar a los retardantes de llamas que tienen bromo, esto hace que cuando se fabrique otro producto que contenga esta sustancia tóxica, no genere impactos a la salud de quién lo manipule”.

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Existen regulaciones para estas concentraciones al momento de la creación de un producto hecho con plástico reciclado, las mismas al ser muy laxas permiten que las sustancias tóxicas pululen de manera incesante. “A las investigaciones las están llevando adelante las ONG’s, presionando fuertemente en Europa para que los organismos estatales las realicen, exigiendo a la par que las leyes europeas se vuelvan mas estrictas, tomando como referencia que en esta parte del mundo se viene haciendo punta en este tipo de problemáticas. Se está atravesando un momento muy importante, ya que en Ginebra se está llevando adelante una reunión, por ello se le va a acercar a la misma las últimas investigaciones que demuestran que si se hace un producto plástico y el mismo proviene del reciclado de los bromados, este va a contaminar”, indicó Bianco.

A su vez, otra de las particularidades es que en el proceso de la fabricación de este producto que proviene de un plástico reciclado, se generan otras sustancias tóxicas por la acción de la temperatura, como por ejemplo la famosa dioxina. “En este caso no sería la que proviene del cloro, sino del bromo, pero que tiene el mismo impacto a la salud que el de las dioxinas cloradas. Estas dioxinas son generadoras de cáncer e impulsan la disrupción endócrina, sumado a que la que provienen del bromado, afectan considerablemente al sistema nervioso. Es preciso destacar que para lograr que al endosulfán, que es un insecticida muy tóxico, se lo limite en algunos países y prohíba en otros como es el caso de la Argentina, fue necesario este tipo de acuerdos internacionales. El endosulfán es un contaminante orgánico persistente, por ello cuando se presentaron pruebas del daño que es capaz de producir, apareció una legislación que, si bien es débil, compromete a los países a controlar o prohibir su utilización. La lucha por bajar los límites permitidos de sustancias tóxicas en los residuos, se materializa en la solicitud de las distintas organizaciones a los gobiernos. Mientras menos sustancias tóxicas se le permitan que tengan, más posibilidades tendremos de contar con productos reciclados que no impacten en la salud ni el ambiente”.

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Los países africanos son lo que más vienen insistiendo en bajar esos límites, ya que ellos son receptores de muchísimos materiales plásticos debido a que se ofrecen para tratarlos, pero a la vez no cuentan con plantas que puedan llevar adelante ese trabajo, situación que empuja a que estos residuos terminen en enormes basurales a cielo abierto para luego ser incinerados. “Estos basurales se incendian para a posterior afectar a las aves de corral que terminan poniendo sus huevos contaminados. Distintos informes pudieron probar que la mala gestión de estos residuos plásticos, deja una huella muy importante en lo que a la cadena alimentaria se refiere. Hablamos de cantidades muy importantes, por ello la importancia de decirle no a la quema de los basurales, ya que en algunos países de África la realidad es dramática. Se pudo demostrar que el 90% de las áreas muestreadas alrededor del mundo no son seguras para la producción de huevos de corral a causa del alto índice de dioxinas identificadas. Para tomar como referencia, un huevo contaminado por estos tóxicos en África, puede tener el mismo impacto que comerlos durante un año todos los días, en otro país con el impacto de otras sustancias menos nocivas. La presencia de muchos países en la reunión de Ginebra, explicita de sobremanera el nivel de preocupación reinante”, concluyó quién coordina el área de tóxicos del Taller Ecologista de Rosario.