El Papa Francisco nombró este sábado a 17 nuevos cardenales, 13 electores y 4 no electores, durante una ceremonia que se celebró en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Cada uno ellos recibió la birreta púrpura de manos del Sumo Pontífice, que de a poco modela un nuevo colegio cardenalicio, ahora menos europeo y más comprometido con la justicia social.

«Amad, haced el bien, bendecid y rezad» les instó el Papa, quien lamentó que el «desconocido, o el inmigrante o el refugiado» se convierta a veces en un «enemigo».

Así, durante el transcurso de la ceremonia, el pontífice argentino respondió las críticas de cuatro cardenales conservadores que lo acusaron de crear confusión en asuntos claves para la doctrina católica. En concreto, los cuatro purpurados “rebeldes”, liderados por el cardenal norteamericano Raymond Burke, un abierto partidario de Donald Trump, cargaron contra la exhortación apostólica Amoris laetititia, con la que la máxima autoridad de la Iglesia abrió las puertas de la Iglesia a los católicos divorciados.

Raymond Burke

«Venimos de países lejanos, con idiomas, colores y costumbres diferentes. Pensando de forma diferente y celebrando la fe con ritos diferentes. ¡Y nada de esto nos convierte en enemigos!» exclamó Francisco en la homilía.

No es la primera vez que Francisco choca con sectores eclesiales de ultraderecha, que se oponen a la apertura del pontífice en temas como el divorcio, la homosexualidad, la desigualdad económica o el cambio climático.

«Como Iglesia, seguimos siendo invitados a abrir nuestros ojos para mirar las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de su dignidad, privados en su dignidad”, expresó, y advirtió del peligro de dejarse alcanzar por la mundanidad que rechaza amar al prójimo tal y como es.

“Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia. Cuantas heridas crecen por esta epidemia de enemistad y de violencia que se sella en la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de esta patología de la indiferencia”, les contestó el obispo de Roma a quienes lo criticaron.

Francisco lamentó que la época actual se caracterice «por fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial» y reprochó que en las sociedades contemporáneas exista «la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos».

De esta manera, el nuevo colegio quedó conformado por 228 miembros, que asistirán al papa en su actividad diaria, pero solamente 121 de ellos tienen menos de 80 años y pueden participar en el famoso cónclave que elige a un nuevo Papa.

Francisco, creó cardenales por tercera vez desde su elección en 2013, y ya nombró a más de una tercera parte de los cardenales electores. Al revelar los nombres de los elegidos, el pontífice dijo que su decisión refleja una vez más la «universalidad de la Iglesia» en oposición a una tradición más centrada en el pasado en Europa, o incluso en la misma Italia.

De hecho 13 hombres de todos los continentes se convirtieron este sábado en cardenales electores: tres europeos, tres estadounidenses, un mexicano, dos sudamericanos, dos africanos, un asiático y uno de Oceanía.

 

Un condenado a muerte

Los nuevos integrantes del colegio cardenalicio  son arzobispos u obispos, salvo uno que es sacerdote. Se trata del albanés, Ernest Simoni, de 88 años, perseguido durante la dictadura comunista del tirano Enver Hoxha.

Condenado a muerte por haber celebrado una misa en memoria del presidente estadounidense John Kennedy, Simoni fue forzado a cumplir 18 años de trabajos forzados, en la prisión y en la mina.  Al visitar Albania en 2014, el papa Francisco había quedado impresionado y emocionado por la vida de este resistente católico.

Por otra parte, monseñor Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, será con 49 años el cardenal más joven de la Iglesia, y el primero en la historia de la República Centroafricana.

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