El Papa Francisco denunció hoy en Ciudad Juárez que «la pobreza es el caldo de cultivo para el narcotráfico», durante la última jornada de su viaje a México, una gira en la que instó a los religiosos a «salir de la sacristía», pidió perdón a los pueblos originarios por el maltrato y las condiciones de exclusión y condenó en el Palacio Nacional la «corrupción que deviene del privilegio para unos pocos a expensas del bien de todos».

El jefe de la Iglesia católica señaló en el colegio de bachilleres del estado de Chihuahua que «uno de los flagelos más grandes» a los que se ven expuestos los jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo, «lo que genera en muchos casos situaciones de pobreza, que es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y la violencia», según reportaron las agencias española EFE, alemana DPA y la italiana ANSA.

Francisco criticó entonces la actual mentalidad de la «utilidad económica como principio de las relaciones personales», que propugna «la mayor cantidad de ganancias posibles a cualquier tipo de costo y de manera inmediata».

Citando su encíclica sobre la defensa del medioambiente, «Laudato si», el pontífice clamó contra esa mentalidad que pone a las personas «al servicio del flujo de capitales, provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos a usar y tirar».

«Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más», exclamó.

El papa visitó además el Centro de Readaptación Social (cárcel) el Cereso 3, donde los esperaban unos 750 reos: «Estoy concluyendo mi visita a México y no quería irme sin venir a saludarlos», les dijo el pontífice, quien quiso celebrar con los presos «el Jubileo de la Misericordia», el Año Santo que comenzó el pasado 8 de diciembre.

Francisco, que visitaba una prisión mexicana después del motín en la cárcel estatal de Topo Chico, en Monterrey, en la que murieron 49 presos, criticó en su discurso el «ineficaz» sistema carcelario y de rehabilitación.

«Ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas», lamentó Bergoglio.

La visita del papa a la mexicana Ciudad Juárez tiene un fuerte contenido simbólico debido a sus altos niveles de violencia y feminicidios, que desde principios de los 90 y según cifras oficiales suman más de 600, mientras que se cuentan en ese lapso más de 3.000 mujeres desaparecidas.

La escalada de violencia entre cárteles enfrentados, el de Sinaloa y el de Juárez, elevó también el nivel de violencia; sólo en 2010 el número de asesinatos fue de 3.100, según cifras oficiales, mientras que organizaciones locales informaron que hay unas 400 personas que permanecen con paradero desconocido.

Durante la gira del sumo pontífice por ese país latinoamericano, que comenzó el 12 de febrero y culminará esta noche con una misa y una ceremonia de despedida en Ciudad Juárez, Francisco se reunió con trabajadores, comunidades indígenas, obispos, funcionarios políticos y cientos de jóvenes, que lo aclamaron y escucharon atentamente.

A los religiosos y seminaristas mexicanos los instó a «no resignarse ante las tentaciones» y a «salir de la sacristía», durante la misa celebrada en Morelia, en la cuarta jornada de su visita.

«No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo», les dijo el papa.

El sumo pontífice pidió además perdón a los pueblos originarios por el maltrato y las condiciones de exclusión en que viven, en una misa repleta de cantos, música y color en San Cristóbal de Las Casas, corazón indígena de Chiapas, donde se concentra cerca del 75 por ciento de las comunidades originarias mexicanas.

«Perdón, hermanos», exclamó Francisco durante su homilía ante 100.000 personas celebrada en apoyo a las comunidades indígenas, donde condenó además «cómo de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad».

En otro de los momentos memorables de su gira el papa condenó la «corrupción que deviene del privilegio para unos pocos a expensas del bien de todos» al ser recibido por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en el Palacio Nacional de México.

«La experiencia nos demuestra que cada vez que se intenta el camino del privilegio o del beneficio para unos pocos a expensas del bien de todos, tarde o temprano, la vida social se convierte en un caldo de cultivo para la corrupción», afirmó Francisco.

En el centro histórico de la capital azteca, el pontífice hizo alusión al «tráfico de drogas, la exclusión de diferentes culturas, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, que causan sufrimiento y que obstaculizan el desarrollo» mexicano.

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Foto: Notimex/GUSTAVO DURÁN/Télam/ab