La superficie destinada a soja en la nueva campaña 2019-2020 podría aumentar en 200 mil hectáreas, lo que se traduce en 17,6 millones, 1,1% más respecto de las 17,4 millones sembradas durante el ciclo 2018-2019.

Estas cifras se anunciaron días después de que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) informó que los procesos de erosión hídrica y eólica afectan a un 36% del territorio argentino.

El INTA indicó que en los últimos años se produjo una simplificación extrema de los sistemas productivos pampeanos y extrapampeanos, con un paulatino reemplazo de las rotaciones tradicionales por el monocultivo, y destacó que esta tendencia a la realización de un solo cultivo tuvo un impacto desfavorable sobre las funciones del suelo y la sustentabilidad del agroecosistema.

En su informe de precampaña de soja 2019-2020, el Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires añadió que «de concretarse esta superficie, y teniendo en cuenta las perspectivas climáticas de mediano y largo plazo, la producción podría alcanzar a 51 millones de toneladas».

Por lo tanto, el nuevo ciclo registraría una caída interanual de producción de 7,4%, ya que en la campaña 2018-2019 se produjeron 55,1 millones de toneladas de la oleaginosa y el descenso en las estimaciones se explica por una expectativa de menores rindes a cosecha.

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«Para esta nueva campaña se prevé una mayor participación del área sembrada con soja de segunda, como consecuencia a la expansión de la superficie implantada con trigo. El área ocupada con doble cultivo (trigo–soja de segunda) aportaría el 33 % de las 17,6 millones de hectáreas proyectadas, alcanzando un nuevo récord para esta modalidad de siembra», indicaron los autores del informe.

Destacaron que, dado que el rendimiento potencial en soja de segunda es inferior a sojas de primera, una mayor partición de superficie con doble cultivo genera una menor expectativa de rendimiento promedio nacional a cosecha de la oleaginosa a pesar de la mayor área implantada.

«Si bien el escenario climático para los próximos meses resulta alentador, difícilmente se puedan repetir las elevadas productividades recolectadas durante la campaña 2018-2019, en la que lotes de primera y segunda entregaron rendimientos muy por encima de las expectativas», señalaron los técnicos de la Bolsa.

En cuanto a las 200 mil hectáreas más de soja que se estiman, esta previsión obedece a la caída en la intención de siembra de maíz relevada durante las últimas semanas ha dado espacio a una nueva expansión de la superficie sojera.

Así «se estima que más de 300 mil hectáreas que inicialmente iban a ser ocupadas por maíz serán finalmente implantadas con soja durante los próximos meses».

Sin embargo, desde el INTA señalaron que las nuevas tecnologías, sumadas a las nuevas formas de producción, aceleraron los procesos de degradación, por lo que aumentar las hectáreas de soja puede profundizar esta situación.

Mientras que en el escenario previsto para la campaña 2019- 2020, «no se esperan cambios significativos en relación a la tecnología aplicada en el cultivo de soja», que seguirá con una leve tendencia del incremento en el nivel alto con adopción de semillas de cultivos Bt, que otorga resistencia a insectos  lepidópteros.

Esta nueva campaña encuentra a la soja con los precios a cosecha por debajo de los valores del ciclo previo.

EROSIÓN DE LA TIERRA

El especialista en manejo de los suelos, Roberto Casas, indicó: “Estamos perdiendo no sólo aquellos suelos que son la base de la producción agropecuaria del país, sino que descuidamos los servicios ecosistémicos que nos prestan”.

“Sabemos que, a partir de 1970, los suelos de la región Pampeana sufrieron una extraordinaria transformación debido a la actividad agrícola”, señaló Casas, y agregó que “la adopción de tecnología moderna, sumado al desarrollo de nuevas formas de producción, aceleraron los procesos de degradación”.

De acuerdo con el especialista, la rotación promedio para la región pampeana se componía de, al menos, tres años de soja de primera, un año de doble cultivo trigo (u otro cereal de invierno), soja y recién al quinto año podía incluir maíz o sorgo.

“En los últimos años, el esquema cambió hacia uno con mayor participación de gramíneas en una rotación de tres años: trigo-soja, maíz y soja de primera”, explicó.

En este sentido, Casas resaltó el protagonismo que están cobrando los cultivos de cobertura en las rotaciones agrícolas, y dijo que “se sumaron 338.200 hectáreas a escala nacional de cultivos que protegen el suelo y brindan servicios ecosistémicos”.