Por Nabih Yussef*

[OPORTO] Un país miembro de la Unión Europea, podría ser excluido del programa “Visa Waiver Program” que permite a ciudadanos ingresar a los Estados Unidos sin requerir visa.

Argentina gozaba de este programa hasta su cancelación en 2002. A raíz de la crisis económica y social del país en 2001, muchos ciudadanos argentinos emigraron al gigante del norte y no regresaron a sus hogares. Miles permanecieron de manera ilegal (incluso hasta el día de hoy), para escapar de la falta de oportunidades en el país y trabajar en suelo norteamericano. Algo similar ocurre con los portugueses, donde más de 4 mil ciudadanos se encuentran viviendo de manera ilegal en los Estados Unidos.

La Secretaría de Seguridad Interior norteamericana, entiende al problema migratorio como una hipótesis de conflicto. Es así que trata a los flujos migratorios como un problema de seguridad pública que debe ser controlado. Una problemática que ha reforzado su aparición en la agenda política estadounidense con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El Ejecutivo yankee mantiene una política de “puertas cerradas”, que incluyen deportaciones masivas, restricciones absolutas de ingreso de ciudadanos de determinados países (la mayoría de ellos musulmanes), y la hazaña de vallar al país con un muro de 3.000 kilómetros. Sin embargo, las recientes amenazas de quitar a Portugal del programa de ingresos sin visado, pondría a un país central fuera de los beneficios migratorios de los países desarrollados. Resta saber cuál será la posición de Francia y Alemania, si uno de los miembros de la Unión Europea recibe un tratamiento diferenciado respecto del resto de los países miembros del bloque.

Las corrientes migratorias han crecido exponencialmente con la globalización y el abaratamiento de los transportes internacionales. Pero también, por la falta de oportunidades, las crisis políticas en países subdesarrollados y las crisis humanitarias en África. La creciente ola de flujos de personas hacia países desarrollados ha traído consigo una reacción política conservadora, erigiendo líderes “anti-inmigración”, siendo Donald Trump el más poderoso de todos. Asistimos ahora a un hecho inédito, donde las restricciones migratorias ya no se dirigen únicamente a países con tensiones políticas o a naciones subdesarrolladas, sino que las barreras podrían escalar y limitar movimientos migratorios también contra algunos países centrales. Portugal está en la mira del Departamento de Estado, como también lo está Hungría y Rumania, con ingresos medios-bajos en la Unión Europea; y también Grecia, que mantiene una alta tasa de desocupación a raíz de su última crisis financiera. Con cada vez más fronteras cerradas en el mundo, el escenario se mantiene abierto.

*Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org