La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta a escala mundial a unas 24 millones de personas -1 de cada 300-, conforme a la OMS, que declaró precisamente al 16 de agosto como Día Internacional de Concientización sobre la Esquizofrenia.

La esquizofrenia suele conllevar una importante deficiencia en la forma en que se percibe la realidad y diversos cambios de comportamiento. Entre los que menciona la OMS aparecen:

– persistencia de ideas delirantes: la persona tiene la creencia errónea de que algo es verdad, a pesar de las pruebas en contrario;

– persistencia de alucinaciones: la persona oye, huele, ve, toca o siente cosas que no están presentes;

– vivencia de influencias, control o pasividad: la vivencia de que los sentimientos, impulsos, acciones o pensamientos propios no son generados por uno mismo, sino que son otros quienes los colocan en la mente de uno, o los apartan de ella, o de que los pensamientos de uno están siendo transmitidos a otros;

– razonamiento desorganizado, que a menudo se manifiesta en forma de discurso confuso o que no viene al caso;

– comportamiento muy desorganizado como, por ejemplo, que la persona haga cosas que parecen extrañas o sin propósito, o que tenga una reactividad emocional impredecible o inapropiada que interfiere con su capacidad para organizar su comportamiento;

– «síntomas negativos», tales como una importante limitación del habla, vivencia y expresión restringidas de las emociones, incapacidad para experimentar interés o placer, y retraimiento social; y/o

– agitación extrema o ralentización de los movimientos, o adopción de posturas extrañas.

En el caso de los adultos, la tasa de padecimiento de esquizofrenia es de 1 de cada 222 personas (0,45%) Lo más frecuente, señala la OMS, es que aparezca al final de la adolescencia o entre los 20 y los 30 años de edad, y en los hombres suele manifestarse antes que entre las mujeres.

 

Este trastorno se asocia con frecuencia con una fuerte ansiedad y un importante deterioro de las esferas personales, familiares, sociales, educativas y ocupacionales.

«La inmensa mayoría de las personas que padecen esquizofrenia no reciben atención de salud mental»

«El estigma contra las personas con esta afección es intenso y generalizado, es causa de exclusión social y afecta a sus relaciones con los demás, en particular sus familiares y amigos. Ello contribuye a la discriminación, que a su vez puede limitar el acceso a la atención médica general, la educación, la vivienda y el empleo», advierte la OMS.

Ese organismo de Naciones Unidas afirma que, en el mundo, «la inmensa mayoría de las personas que padecen esquizofrenia no reciben atención de salud mental». Y señala que existen diversas opciones terapéuticas eficaces, entre las que se cuentan la medicación, la psicoeducación, las intervenciones familiares y la rehabilitación psicosocial para acompañar a quienes la padecen.