En 1968, el enfrentamiento entre un radical y un almirante fue el último en territorio argentino, al menos del que se tenga registros. Recién en 2018 y tras un proyecto de ley presentado se los prohibió con duras penas.

Yasmin Ali escribe una muy interesante nota acerca de los duelos durante los cuales dos hombres lo hacían por el “honor y la honra”.

Al respecto recuerda, en TotalNews, que los enfrentamientos solo terminaban cuando alguno fallecía, y que fue una práctica muy reconocida en la Argentina durante gran parte de los siglos XIX y XX. Por lo general se daba cuando alguno de ellos se sentía “ofendido”, ya que su condición de caballero había sido lastimada por algún agravio o dicho de su enemigo de turno. En el país hay varios casos resonantes y el último, legalmente reconocido, terminó en una sangrienta contienda hace 53 años.

Ali sitúa la crónica en el año 1968, cuando hacía dos que el ex presidente Arturo Illia había sido derrocado por un golpe militar al mando del teniente general Juan Carlos Onganía. El periodista radical Yovilán Biglieri, quien se mantuvo siempre junto al ex mandatario, jamás le había perdonado al almirante Benigno Varela ser parte de ese grupo de hombres que ideó el golpe ya que un tiempo antes había jurado lealtad a las autoridades constitucionales y al sistema republicano.

 

Si bien el derrocamiento ocurrió en 1966, Biglieri se había mantenido en silencio hasta que publicó una nota de opinión en el diario que dirigía: “Autonomía”. Allí no se guardó nada, teniendo palabras muy duras sobre Varela a quien llamó “traidor“: “Pocos días antes del 28 de junio de 1966, fecha en que el Ejército argentino dio por terminada la gestión del doctor Illia, el entonces comandante de Operaciones Navales, almirante Varela, efectuó una comunicación de lealtad a las autoridades constituidas y hacia la defensa de las instituciones republicanas. (…) Pero quienes pensaron que el almirante Varela iba a actuar de acuerdo con sus convicciones, no conocían sus antecedentes. Varela era el mismo que juró lealtad a Perón después del 16 de junio de 1955 y el que después del 16 de septiembre quería fusilar peronistas. Era el mismo que mostraba lealtad al almirante Rojas y lo apostrofaba después que el doctor Frondizi asumió el gobierno. Era el rebelde del 2 de abril de 1963 que, como no pudo embarcarse a bordo de los buques revolucionarios, manifestó después que había concurrido a los mismos para tratar de disuadir a sus compañeros de tal intento. Era el que había realizado mejoras en su casa utilizando personal y fondos de las fuerzas armadas”.

El duelo como única salida

Varela no tardó en enterarse de lo que decían de él en aquel artículo y no vio otra salida que enviarle un telegrama al autor, retándolo a duelo para defender su honor herido. Un detalle que no sabía es que Biglieri, quien aceptó la “invitación”, era un experto en esgrima. Los padrinos de aquel encuentro fueron el ex senador Vicente Mastolorenzo y el abogado Jorge Nage por el lado del radical, y el almirante Carlos Alberto Garzoni y el civil Atilio Barneix, por el lado del almirante.

Los padrinos se pusieron de acuerdo en el arma a usar: un sable de filo, contrafilo y punta. Elegir una espada era sinónimo de que ambos irían hasta el final. Es decir, los duelistas se enfrentarían hasta que las heridas impidieran continuar a alguno de los dos. El lugar elegido fue uno “neutral”, una quinta en Monte Chingolo ubicada en Caaguazú al 200.

En todo momento se buscó la discreción y que no trascendiera públicamente. Pero la prensa internacional, que estaba en el país por el rumor de la llegada de Aristóteles Onassis, se enteró y fueron a cubrir el sangriento encuentro. Medios como la BBC, Los Angeles Times y The New York Times enviaron corresponsales a la quinta y si bien fueron echados, lograron fotografiar el evento desde el techo de una casa cercana. De hecho, el suceso apareció en una página del diario neoyorquino titulado “Affaire de honor en Argentina”.

Fue a tres asaltos

El duelo arrancó las 6.12 del 3 noviembre y fue el historiador Mariano Hamilton quien mejor pudo recrear el episodio y describir los tres asaltos que se sucedieron en su libro “Duelos”: “En el primer ataque, Biglieri le cortó parte de la oreja derecha a Varela. En la carga siguiente, lo hirió en el brazo derecho. Varela no se quedó atrás y lastimó a Biglieri en la mano. En el segundo round, Varela cortó a Biglieri en el pómulo y en el abdomen, pero tampoco la sacó gratis, ya que Biglieri le metió un puntazo en la cadera izquierda. Entre el segundo y el tercer asalto fueron revisados por los médicos, quienes sugirieron que se debía parar el combate. Pero ambos se negaron. La adrenalina de la sangre corriéndoles por el cuerpo podía más que el dolor y el cansancio.

En la tercera vuelta, Biglieri fue a fondo y con la punta del sable hirió a Varela en la tetilla izquierda. Estuvo a nada de atravesarle el corazón. El sable cayó de las manos de Varela y se detuvo el combate para esterilizarlo. Mientras los padrinos limpiaban el arma, los dos se seguían insultando a los gritos y repetían una y otra vez que el duelo todavía no había terminado y que era a muerte. Los médicos los autorizaron, pero ya casi ni podían mantenerse parados. ‘Las heridas son parejas y ya no pueden seguir”, se escuchó decir. Se habían producido catorce embestidas de uno y otro lado y sus cuerpos estaban bañados en sangre. Habían sido 28 minutos tremendos.

“Los radicales no somos ningunos maricones”

El duelo se dio por terminado por recomendaciones médicas a pesar de que ambos se seguían insultando y dispuestos ir hasta las últimas consecuencias, incluso si eso significaba morir. Biglieri le gritó a su rival cuando se retiraba: “Esto es para que ustedes, los militares, aprendan que los radicales no somos ningunos maricones”. Varela no se quedó atrás y le respondió: “Reconozco su valentía, pero no puedo decir lo mismo de todos los radicales”.

Varela murió en 1996 sin hacer mención alguna al episodio, Biglier,i en cambio, aceptó dar una entrevista donde habló de lo que pasó: “Se quedó para morir. Le podría haber cortado la carótida y no lo hice. Le dije que levantara el sable y siguiera peleando”.

El duelo estaba prohibido desde 1814, pero el Código Penal no preveía un duro castigo ya que iban desde los seis meses -si no había lesiones o si eran leves- y hasta cuatro años si había lesiones graves o muerte siempre y cuando los rivales se hubieran batido con intervención de padrinos que eligieran las armas y convinieran las condiciones del desafío. El enfrentamiento entre el radical y el almirante fue el último en territorio argentino, al menos del que se tenga registros, aunque recién en 2018 y tras un proyecto de ley presentado se los prohibió con duras penas.