Más de 120 trabajadores y trabajadoras rurales de huertas y espacios productivos de diferentes movimientos se reunieron en  el campo de Somos Barrios de Pie, en el límite sur de Rosario. Integrantes  del Movimiento Libertador San Martín, Tablada Unida, Juntxs Somos más fuertes y estudiantes y profesionales de la Universidad Popular, se dieron cita para una jornada de debate, puesta en común de experiencias, talleres y planificación de espacios productivos ligados a la agricultura agroecológica.

Del encuentro participó Ángel Strapazzon, fundador del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE) e histórico referente de las luchas campesinas. “Tenemos que confluir en acciones que nos permitan seguir avanzando en la construcción de alternativas populares de nuestra relación con la tierra, que beneficie a los sectores populares. Hagamos cosas que refuercen los conocimientos existentes en los territorios. Tenemos que vincular las experiencias organizativas y educativas que proponen tanto la Universidad Campesina del MoCASE y la Universidad Popular de Barrios de Pie para aportar a una genuina construcción colectiva del conocimiento que de la batalla de ideas a ese modelo agroindustrial que hoy predomina en nuestro país”.

Algunas de las reflexiones surgidas del encuentro apuntan a que, desde la economía popular, se contribuye a construir un modelo alternativo al del agronegocio.

En Argentina, en general, la producción de alimentos está orientada hacia la maximización de ese agronegocio cuyas características son: concentración de la tierra y de las riquezas, desmonte, monocultivo, semillas transgénicas, utilización masiva de agrotóxicos, todo lo contrario a la soberanía alimentaria. Las consecuencias negativas de este modelo en la alimentación, la salud y el ambiente afectan a todos.

Entre las conclusiones, remarcaron que los movimientos populares apuestan al enfoque de la agricultura agroecológica que privilegia la tierra y todo lo que signifique aumentar su fertilidad de manera natural ya que como consecuencia de estos tipos de acción, el estado general de salud del sistema mejora notablemente. Esta manera de producir alimentos favorece la soberanía alimentaria que es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y pensar maneras de producir alimentos y distribuirlos de formas que no dañen al ambiente, garantizando el derecho a la alimentación para toda la población.

También se empezaron a planificar futuros desafíos para desarrollar en el campo: el desarrollo de una red de producción y comercialización de productos agroecológicos, la construcción de una Escuela Rural para garantizar la terminalidad educativa de trabajadores y trabajadoras y sus familias, un espacio de recreación y aprendizaje para escuelas públicas de los barrios populares de la ciudad y el establecimiento de un tambo para contribuir a la salud nutricional de las infancias que asisten a comedores y merenderos.

Al cierre de la jornada, se expresó la necesidad de “discutir, criticar y preocuparnos por la forma en que los modelos económicos que rigen en nuestras sociedades impactan en nuestras vidas, la salud y el ambiente”. Pero que también además de eso “se ocupaban y pensaban armar una alternativa a lo existente, que vaya de abajo hacia arriba”. La reflexión final fue contundente “nos merecemos un mundo mejor y vamos a dejar todo para construirlo”.