El consumo de tabaco, al igual que en otras partes del mundo, se redujo en la Argentina, aunque, en menor escala, parece convertirse en tendencia el cigarrillo electrónico, cuya seguridad “no ha sido comprobada científicamente”, según advirtió la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).

En consonancia a esta idea, el neumonólogo Fernando Massola -Mat. Nº 12793- habló con Conclusión y sin rodeos dejó en claro su postura: “El vapeador no es una forma de cesación tabáquica, es una nueva forma de fumar”.

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“Mi postura es muy clara, estoy en contra del uso del vapeador y no es una forma de dejar de fumar sino que todos los compuestos químicos que contienen los líquidos que se utilizan para el vapeo son tan tóxicos como el cigarrillo”, agregó contundente, dejando entrever que uno y otros son igualmente dañinos.

En ese sentido Massola dijo que “están apareciendo en diferentes artículos médicos nuevos casos de enfermedades agudas asociadas al uso del vapeador” y agregó: “Si bien aún no está demostrado, pero seguramente el tiempo y las estadísticas así lo indiquen, el vapeador es más dañino para el pulmón que el cigarrillo convencional”.

Aunque ya existe una prohibición de Anmat, la misma no se cumple. Es por eso que en varias provincias el tema se está poniendo en debate y empiezan a surgir corrientes a favor y en contra, siendo los primeros quienes buscan una ley que regule su uso.

“Santa Fe debería adherir a prohibir el uso de los vapeadores, incluso ya hay muchos lugares donde se está prohibiendo, como por ejemplo Nueva York”, señaló el especialista y tras una pequeña pausa añadió que “deberíamos prohibir, o al menos ayudar a disminuir y controlarlo lo máximo posible porque es una nueva forma de hacer adictos a los adolescentes”.

Para complementar la idea previa, Massola explicó que “las empresas que producen estos productos y lo venden por Internet, tienen personas que los distribuyen y hacen circular entre los adolescentes que lo ven como una forma inicial de empezar a fumar y así los meten en el mundo del vapeo, lo que es muy preocupante”.

“Tengo pacientes que lo utilizan, muchos adultos que han venido a consultar y otros que lo empiezan directamente como forma de cesación tabáquica pero considero que esto es un error, porque el daño es mayor o igual al cigarrillo y no los hace dejar de fumar porque la adicción viene por la nicotina y está demostrado que todos estos líquidos contienen nicotina”, destacó.

Las mayores consultas de este tipo provienen de pacientes de entre 40 y 45 años, “una edad clave ya que el fumador empieza a tomar conciencia del daño que produce el cigarrillo y viene con la idea de abandonar el hábito”.

Consultado por el narguile, el neumonólogo admitió que si bien tiene otro mecanismo de funcionamiento y su uso es más esporádico, “el daño que provoca es igual al vapeador”.

A modo de consejo para dejar de fumar, Massola reconoció que es una terapia con varias aristas pero entre los factores más importantes mencionó la voluntad del paciente. “La decisión real de querer dejar, que esté involucrado psicológicamente, que se convenza, recién ahí, más el complemento, en caso necesario, de uno o dos medicamentos aprobados para ayudar a controlar el síndrome de abstinencia, se podría arrancar con el tratamiento”, indicó.