Por Carlos Duclos

¿Qué duda cabe? Todos los animales, y especialmente los domésticos, poseen ese brillo, esa luz, que da la inocencia,  y que en muchos seres humanos se ha opacado por el mal uso de la razón y la hegemonía que ejercen la envidia; la mezquindad; la deslealtad; los celos; la mediocridad y la frustración, que son padres del resentimiento y hasta el odio y la violencia en no pocos casos. Claro, la fuerza de los brutos racionales puede más que la inocencia de los que carecen de razón y andan por la vida llevados por el sano instinto.

Pero no todo es opaco en el hombre, no, por eso hay proteccionistas, seres que se ocupan y preocupan por las demás criaturas del planeta; seres que desean proteger el medio ambiente, las plantas, los animales y no sólo por una cuestión de armonía y necesario equilibrio, sino por amor a la vida, algo que la brutalidad no puede entender, por supuesto.

En ese contexto, un par de asuntos interesantes que importan a mucha gente sensible dan vueltas en estos días por varias naciones. En nuestro país, por ejemplo, mañana (jueves) activistas en defensa de los derechos de los animales realizarán una manifestación frente al Congreso Nacional para exigir la reforma de la ley penal de protección animal, que está vigente desde el año 1954. Los organizadores de la marcha denunciaron que la mencionada norma legal «en muchos casos no se cumple, no sólo no otorgando condenas a los maltratadores que van de uno a tres años de cárcel, sino también no arbitrando las medidas para preservar la integridad física de los animales. Han dicho que “en algunas comisarías se niegan a tomar las denuncias”.

En España, han habido en los últimos tiempos significativos avances en materia penal en cuanto a la protección animal. Hace apenas unos días, el diario español La Vanguardia informó que el Juzgado Penal número 14 de Málaga ha condenado a tres años y nueves meses de prisión a La presidenta del centro Parque Animal, en Torremolinos (Málaga), Carmen Marín, por maltrato animal y falsedad documental. Marin estaba acusada de provocar la muerte de cientos de perros y gatos, “en auténticas sesiones de exterminio” donde se suministraban productos eutanásicos de forma incorrecta, lo que provocaba “una lenta y dolorosa agonía en los animales”.

En Estados Unidos, hace cinco días atrás, se ha suspendido la premiere de A Dog’s Purpose, un filme que trata sobre la relación de los animales con los seres humanos, porque trascendió que durante la filmación de la película hubo maltrato hacia Hércules, el ovejero alemán protagonista del filme. Universal Pictures y Amblin Entertainment han decidido cancelar la première de la película y han iniciado una investigación. Se trata de una cinta con una trama interesante: un mismo espíritu se encarna en distintos perros y conoce a varios dueños. El guión se basa en la novela escrita por Bruce Cameron y está vinculado al significado de la vida del perro, aun cuando esto puede ser una metáfora para reflejar el sentido de la vida de sus dueños. Lo cierto es que el maltrato hacia Hércules, a quien todo indica que se lo forzaba en algunas escenas, ha producido un escándalo.

En numerosos países del mundo hay un cuidado especial para con los animales, aunque, paradójicamente, los poderosos de tales naciones estén diezmando el ecosistema planetario.

En Argentina, la consideración hacia la vida animal brilla por su ausencia o brilla poco. Y si no fuera por la acción de los proteccionistas y de aquellas personas sensibles que ven en un animal una vida, las cosas estarían peor.

Quienes marchan mañana al Congreso ha señalado que a veces la autoridad policial no recibe las denuncias. Bueno, no es extraño, se sabe de casos en que no se reciben denuncias en las que son víctimas seres humanos y no es novedad que algunos funcionarios políticos y magistrados permanecen impertérritos ante la flagelación de los derechos del ciudadano común y honesto ¿cómo pues podrá pensarse en que protejan los intereses de los hermanos animales? Tal vez cabría pensar que cierta brutalidad humana es incapaz de comprender lo que significa vida, inocencia, lealtad, instinto puro libre de perversas especulaciones y malditas acciones. Tal vez cabría examinar si el posmodernimo no ha multiplicado esa raza peligrosa de los necios ilustrados, que no por ello llegan a ser inteligentes.

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