Por Razib Kha  

Traducción: Pablo Sorini

Ya no somos el hombre de antes. En los últimos 20 años, la genómica, ADN antiguo y la paleoantropología, se unieron para reformar por completo nuestra visión del origen de nuestra especie. La verdadera diversidad y complejidad de la evolución humana durante los últimos cientos de milenios, supera las más disparatadas figuraciones que pudiéramos haber aventurado una generación atrás. Ahora, nuestra mayor claridad nos propone una historia desprolija y poco elegante. El estatus de nuestra especie es, al parecer, «complicado».

En el año 2000, la ortodoxia era que la especie humana se había esparcido por el mundo 60.000 años atrás, y que descendía exclusivamente de una pequeña población africana.

Los Neandertales y otros grupos humanos (a varios de los cuales ni siquiera les fue dado un nombre) eran «callejones sin salida» de la evolución. De interés puramente académico, se los desechaba como experimentos fallidos en un mundo ganado por nuestros ancestros.

Hoy, ese cuento se hace humo ante una rápida verificación de los hechos.

En 2010, se recuperaron genomas de antiguos restos de «hominis arcaico» en Eurasia, que resultaron tener coincidencias con muchos humanos modernos. Al parecer no eran tan «arcaicos» como creíamos. Además, tuvimos que aceptar la realidad de que un rotundo 2 a 3 por ciento de la ascendencia de todos los humanos de fuera de África es neandertal.

Aproximadamente el 5 por ciento de la ascendencia de los grupos Melanesios, como los Papúes de Nueva Guinea, provienen en verdad de un imprevisto linaje humano recientemente descubierto -no sin sorpresa- en las cuevas de Denisova, en Siberia.

A partir de estas reestructuraciones mayores, nuestro mapa genético se fue complejizando.

Son solo rastros, sí, pero detectables (de alrededor del 0.2 por ciento) de ascendencia «Denisovana» que pueden encontrarse por el Sur, Sureste y este de Asia, al igual que entre los indígenas americanos. Asimismo, aparecen niveles detectables de ascendencia neandertal en la mayor parte de las poblaciones africanas. Y aunque no tengamos genomas antiguos como para un Documento de Identidad, una gran cantidad de evidencia circunstancial de ADN indica que muchos grupos africanos albergan linajes «arcaicos» equivalentes a los neandertales y denisovanos. Les decimos «poblaciones fantasmas».

Sabemos que están en los genomas, pero aún no hay fósiles que les correspondan.

Incluso la canónica migración «desde África» resultó ser más engorrosa que lo que se creía.

Fuera de África, ya seas un indígena australiano, nativo de Amazonas o un pueblerino alemán, entre el 90 y el 99 por ciento de tu ascendencia deriva de una sola corriente ancestral de población humana, que data de 60.000 años atrás. De algún modo, una tribu africana aislada, de entre mil a diez mil personas, genéticamente homogéneas debido a su ínfima población inicial, se extendió por toda Eurasia. Hace 50.000 años alcanzaron Australia. Hace 40.000 ya habían remplazado a los últimos Neandertales y Denisovanos, si no antes. Hasta llegaron a migrar a las Américas, hace 15.000 años.

Pero dentro de África, la historia es mucho más rica y aún queda mucho por dilucidar.

Muchas poblaciones africanas comenzaron a divergir hace 200.000 años, ramificándose en diversos linajes tales como los Joisan y los africanos occidentales. La aparición de humanos modernos dentro del continente no fue explosiva, sino una evolución gradual de linajes que interactuaban. A fuego lento. Los ancestros de los no africanos modernos fueron parte de esta danza, pero se aislaron en algún momento y por decenas de miles de años quedaron atascados. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Quién sabe? Por ahora es incierto. Será mejor admitirlo de una vez: este capítulo de la Historia es provisorio.

Lluvia de Hombres

Y ahora, uno tras otro, nuevos personajes (casi todos fantasmas) entran en escena sin parar, complejizando lo que venía siendo un simple soliloquio. En el New York Times, Carl Zimmer da noticias de un fósil muy bien preservado: «El descubrimiento del cráneo del <<Hombre Dragón>> en China podría añadir una especie al árbol genealógico humano».

Mientras tanto, un grupo israelí publica un artículo en «Science» sobre el descubrimiento de una población humana que se parece a los Neandertales y data de hace 120.000 a 140.000 años. El <<Hombre Dragón>> tiene al menos 140.000 años y es un cráneo muy bien preservado que exhibe a la vez rasgos primitivos y modernos.

Al ser descubrimientos tan recientes, aún no hay un consenso sobre estos fósiles. Algunos investigadores quieren llamar al <<Hombre Dragón>> <<Homo Iongi>> (derivado del equivalente chino a la palabra <<dragón>>) y designarlo como una nueva especie humana, asegurando que sus rasgos señalan mayor afinidad con el hombre moderno que el Neandertal.

Hay paleoantropólogos fuera de China que creen que el <<Hombre Dragón>> es en realidad la especie que rompió el paradigma y que sólo conocíamos desde la genómica: el Denisovano. Esta facción señala que el <<Hombre Dragón>> tenía dientes enormes, tal como un cierto mentón Denisovano confirmado que fue descubierto en el Tibet en 2019 (un análisis de proteínas fósiles indicó que era Denisovano). Entonces, ¿por qué algunos disienten? Porque el cráneo está tan intacto que fue posible hacerle un análisis evolutivo a sus relaciones, utilizando toda la gama de características (aunque desafortunadamente no fue posible extraer ADN). En ese árbol genealógico inferido, el Homo Iongi está más cerca de los humanos modernos. En contraste, la genómica ha mostrado que los Denisovanos están más emparentados con los Neandertales que con los humanos modernos.

Yo apuesto a que Homo Iongi y los Denisovanos son el mismo. O, más precisamente, Homo Iongi es uno de los tantos linajes Denisovanos. Obviamente, los investigadores que hicieron el análisis filogenético aciertan en aseverar que esta especie mixtura rasgos modernos y arcaicos, pero las características físicas no informan tanto sobre los parentescos de un linaje como su ADN. Esto tiene varias razones. Primero, se pueden usar decenas de millones de indicadores de variables en los genomas humanos para comparar aspectos de relaciones. Las características físicas se limitan generalmente a cientos de tipos fenotípicos mensurables (¿de cuántas maneras se puede describir la forma de un cráneo o el tamaño de los dientes?).

Segundo, al ADN es inalterable frente a una opinión; no así las características físicas, que son por definición estimativas. Una cierta posición genómica es A, C, G o T. En vez, ¿cuántas características físicas puede definir un observador? ¿De cuántas maneras y formas se puede dividir la forma de un cráneo? Es cierto que un escanéo moderno implica una cierta objetivización de las medidas, pero, de todos modos, alguien tiene que decidir <qué es> lo que se mide.

Finalmente, y esto es lo más relevante, las características físicas están sujetas a la selección natural. Dos poblaciones que se vean parecidas pueden ser genéticamente muy diferentes. Esto debido a que la adaptación impulsa a la convergencia, desde distintos puntos de partida, hacia características externas optimizadas muy similares. En este caso, más concretamente, creo que los neandertales se adaptaron muy bien al clima frío de Eurasia del Norte, y evolucionando se alejaron de muchas características humanas ancestrales que ahora catalogamos de «modernas». Sí, estoy afirmando que los humanos modernos posiblemente sean mucho más «primitivos» que nuestros primos perdidos de antaño. Esta población denisovana y los humanos modernos probablemente se asemejen a una variedad genérica ancestral, mientras que los Neandertales se hiper-especializaron en sus adaptaciones…un verdadero ejemplo de evolución frenética.

¿Y los hallazgos en Israel? Los que descubrieron al Homo de Nesha Ramla también quieren hablar de una nueva especie, cercana, eso sí, a los Neandertales. Pero que sea o no una especie nueva me parece puramente académico. Lo que a mí me entusiasma es que estas gentes parecen ser muy distintos a los humanos modernos, y sin embargo tenían herramientas de una tecnología innegablemente avanzada. Según los restos encontrados, el Homo Nesha Ramla cazaba presas de todo tamaño y hacía fogatas con madera. Hay rastros de claras interacciones culturales entre estos humanos al Sur, y los africanos y los Neandertales al Norte.

El discurso del «Éxodo Africano» de alrededor del 2000 presentaba nuestro linaje humano como una raza de superhombres, como la apoteosis de la evolución. El mismísimo telos al fin de 2 millones de años de encefalización; la conclusión inevitable del crecimiento del cerebro. Los datos más recientes no encajan con esa vieja narración heróica. Los ganadores del premio al cerebro más grande, son los Neandertales; y resulta que el «Hombre Dragón» también tenía un cerebro considerable, comparable a las capacidades craneales modernas. Todos los linajes humanos estaban incrementando su tamaño cerebral durante los últimos millones de años, no sólo el linaje del cual venimos nosotros.

Hubo muchos Denisovanos

Finalmente, hay que reconocer que nuestra clásica fascinación con los Neandertales nos puede haber despistado en lo que respecta a los Denisovanos.

Los Neandertales fueron descubiertos en Europa, el continente con la más larga y mejor fundada tradición arqueológica. Pero, al parecer, no serían los típicos humanos «arcaicos».

Los mejores trabajos en genética indican que los Denisovanos no conformaron un linaje homogéneo, como parece haber sido con los Neandertales, sino un grupo diverso muy diferenciado. La ascendencia denisovana en poblaciones modernas varía considerablemente en relación a las secuencias genómicas de la Cueva de Denisova. Está claro que la denisovana en los Papúes es muy distinta de las secuencias denisovanas de Siberia. Los grupos denisovanos más distantes entre sí, los de Siberia y los del más lejano Sudeste asiático entrando a la Wallacea, fueron probablemente muchísimo más distintos genéticamente entre sí, que lo que son los Khoisan del resto de la humanidad. Según las suposiciones con las que configures tu «reloj molecular», los linajes denisovanos más distantes podrían haberse dividido en poblaciones marcadamente diferentes 200.000 a 400.000 años previos a su extinción.

En vez de pensar que hubo tres especies humanas principales hace 60.000 años, tal vez deberíamos pensar en dos familias de poblaciones relacionadas pero heterogéneas («humanos modernos» y humanos denisovanos) y una homogénea (los Neandertales). Los Denisovanos fueron claramente parientes más cercanos de los Neandertales que de los humanos modernos. Su ancestro común dejó el África hace entre 600.000 y 750.000 años, separándose en ramas occidentales (Neandertales) y orientales (Denisovanos). Pero es posible que la historia evolutiva de los Denisovanos se parezca más a la de nuestros ancestros africanos que a la de sus primos Neandertales, quienes ocuparon una ecología mucho más áspera y severa dentro de la ecozona del continente. Mientras que el Pleistoceno fue frío y brutal por casi todo el mundo, el Asia Oriental ofrecía más oportunidades de refugio para los Denisovanos hacia el Sur, que las que Eurasia Occidental ofrecía para los Neandertales, separados por el Mediterráneo y por hostiles desiertos de posibles fugas hacia África. Por esta razón, los Neandertales se vieron enfrentados varias veces con la extinción, mientras que los Denisovanos mantuvieron varios y diversos linajes hasta los últimos 100.000 años.

¡Un momento! Hay más…

Los Neandertales, los Denisovanos y los humanos modernos, son los actores principales en la trama de los más recientes orígenes de nuestra especie. Hoy no existe más que una especie humana, pero eso es históricamente excepcional. Hay fuertes indicadores de que hasta hace 50.000 años en las islas de Flores y Luzon, al sudeste de Asia, vivió una especie muy especializada de humanos, los Hobbits pigmeos y <Homo Iuzonensis>. Ellos difieren no sólo entre sí, sino también de los humanos modernos, los Denisovanos y los Neandertales. Casi con total certeza, podemos afirmar que hubo en África muy diversas poblaciones humanas que con el tiempo fueron absorbidas, tal como los Denisovanos y los Neandertales. Es casi seguro que el Homo Naledi en Sudáfrica persistió hasta el período de apogeo de los humanos modernos en el continente, hace 200.000 años.

Y finalmente, se viene acumulando gran cantidad de evidencia circunstancial arqueológica, que señala que algunos linajes tempranos africanos (parientes del humano moderno) se expandieron hacia Eurasia del este antes que nosotros. Hay artefactos en China y Sumatra que datan de hace 60.000 años que son sospechosamente modernos, y un análisis genético de Neandertales Siberianos de hace 120.000 años sugiere mestizaje con poblaciones parientes del humano moderno. Es posible, claro, que el <Homo Iongi> descienda de una de estas más tempranas poblaciones. Únicamente el ADN podría convertir tal hipótesis en un hecho, pero de la mayoría de los restos fósiles más viejos no se puede obtener material genético, y el cráneo en cuestión es tan antiguo que, para eso, debería estar en condiciones absolutamente perfectas.

Fuente: www.nautil.us