Por Alejandro Maidana

Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.

Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales.

Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales.

Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos”. Art. 41 de la Constitución Nacional

Las historias se repiten una tras otra, los testimonios se entrelazan compartiendo la misma matriz, el avasallamiento a los derechos humanos se multiplica cuando lo que se vulnera es el ambiente. Si bien aquellos que toman la valiente y digna decisión de denunciar los atropellos a la salud se encuentran amparados en la Constitución Nacional, los anticuerpos del Estado y el privado no tardan en aparecer para desactivar todo atisbo de repudio.

La imperiosa necesidad de comenzar a transitar un cambio de paradigma en torno a los impactos ambientales que provienen de la “impoluta” industrialización, parece no hacer mella en distintas legislaciones, ya sean nacionales, provinciales como municipales. La confianza entre aquel que debe encargarse de los controles (el Estado) y la ciudadanía, se ha quebrado producto de la inacción y omisión sistemática a la que es víctima el primero.

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El drama de Gualeguay, se puede emparentar con el de Timbues y Puerto San Martín por el impiadoso humo esparcido desde el horno de Pelco S.A. O sin ir más lejos a la severa contaminación a la que aún siguen expuestos los vecinos de la zona sur de Rosario y norte de Piñero, debido a los efluentes que distintas empresas arrojan en el arroyo Saladillo. Una constante que parece encontrar eco en algunos medios, pero que no despierta interés alguno en las distintas Secretarias de Medio Ambiente que deberían velar por la salud del conjunto de la población.

Soluciones Ambientales S.A, un oxímoron que acorrala la salud de los gualeyos

Gualeguay suma días irrespirables mientras que las “soluciones” llegan en forma de problemas. Los gases altamente tóxicos que provienen de la empresa de tratamientos de residuos industriales, envuelven la atmósfera de las distintas casas, calles, costaneras y plazas. No hay lugar donde se pueda respirar aire puro, parece una contradicción hasta biológica que en un lugar tan maravilloso y cobijado por la naturaleza esta problemática aceche de manera desprejuiciada.

Necesitamos una respuesta urgente de la Secretaria de Ambiente de la provincia, de la Municipalidad y del poder judicial”, le dijo a Conclusión Ramón Velázquez, un maestro que abraza a sus alumnos con el más maravilloso de los legados, el de la conciencia a la hora de tratar con la naturaleza.

Una historia de clausuras y llamados de atención

El Grupo Quimiguay viene conviviendo con los reclamos desde el momento de su habilitación en 2001, allí se procesarían residuos industriales, por ende peligrosos, provenientes de distintos lugares. “Esta empresa se instala sobre la ruta 11 camino a Victoria, a muy pocos kilómetros de nuestra ciudad. Logran operar después de que el Estado les otorgue la habilitación de suelo, para posteriormente avanzar en la definitiva. Es en el preciso momento que la planta comienza a operar, que los fuertes olores se hacen presentes en la zona generando distintas patologías a nivel salud. Dolores de cabeza, irritación en garganta y ojos, problemas respiratorios y otras afecciones son producto de los gases que emana esta empresa”, sostuvo Velázquez.

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El origen de un calvario que se extendió hasta estos días, un camino sinuoso para todo aquel o aquella vecina que intentase elevar su voz en reclamo de lo justo. “Nos fuimos organizando a través de distintas agrupaciones con la única finalidad de poder acompañar a quiénes estaban padeciendo los fuertes olores de manera casi directa. Una vecina luchó muchísimo por la afectación a la salud que sufrió su hija y a otro paisano le contaminaron las napas de agua. Hemos podido corroborar el daño que origina esta empresa gracias a estudios realizados en La Plata, donde se detectó que el agua contenía metales pesados, en cambio los gases no se han podido cotejar debido a lo dificultoso que resulta”.

La aparición en escena de los medios de comunicación tanto locales como provinciales, expuso la problemática para que sea debatida en profundidad. “Es en ese momento donde arriba el Secretario de Medio Ambiente de la provincia y es interpelado por una compañera del Foro que se desempeñaba como ingeniera química, al no contar con el conocimiento necesario, y el Estado no poder garantizar los controles, se procede a la clausura definitiva”.

Quimiguay se trasladaría para convertirse en <Soluciones Ambientales>, dejando un deleznable pasivo ambiental, ya que dos grandes cisternas permanecieron enterradas en el lugar, sumado a la feroz contaminación de las primeras napas de agua. “Una vez que se clausura, se instala en el lugar que se encuentra en la actualidad, ruta 16 entre Gualeguay y Carbó, departamento Gualeguaychú. Cabe destacar que en ese momento Carbó no era un municipio, era una junta de gobierno, por ello reciben sin problema alguno el permiso de suelo. Al poco tiempo de instalada la empresa, el conflicto con los vecinos no tardó en aparecer, ya que era imposible vivir en esas condiciones, es más, uno de ellos tuvo que vender para abandonar el lugar debido a la degradación en la calidad de vida”, indicó.

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En 2016 distintas movilizaciones tuvieron como protagonistas a distintos vecinos, incluso al principal damnificado que tiempo después decidiría vender alejándose del lugar en conflicto. “Este lugar se encuentra en una zona inundable, en más de una oportunidad las piletas de tratamientos químicos estuvieron al borde de desbordarse. En ese entonces la planta vuelve a ser clausurada por parte de Medio Ambiente, ya que se encontraron numerosas irregularidades, si bien la misma volvería a ser puesta en funcionamiento rápidamente. Nos pareció algo muy raro que la planta haya podido revertir tan rápidamente la situación oscura que la envolvía”.

Soluciones Ambientales S.A sigue operativa mutando el aire de Gualeguay para transformarlo en irrespirable. Una empresa que le ha sumado a su actividad madre, la recepción de residuos de distintos puntos del país, un horno que se encarga de quemar residuos patológicos y bidones de agroquímicos. “Ante esta realidad, distintas agrupaciones y vecinos, hemos impulsado una serie de movilizaciones para poder visibilizar la preocupante situación que atraviesa nuestra ciudad debido al accionar de esta empresa. Es por ello que el intendente Federico Bogdan se presentó como querellante, la causa se tramitó primeramente en Gualegauay para terminar recayendo en Gualeguaychú”.

Desde el Ministerio de Medio Ambiente avanzaron con distintos controles, no pudiendo encontrar irregularidades tanto en el agua como en el aire, esto es lo que han informado desde el Estado provincial. “Cuando recibimos la visita de Rogelio Frigerio, ministro del gobierno nacional saliente, le presentamos en mano nuestro muestreo sobre la problemática de contar con una empresa como Soluciones Ambientales con el acompañamiento de casi 4 mil firmas que corroboraban nuestra denuncia. También hemos implementados un libro de quejas en la <garita> de Gualeguay que va hacia Gualeguaychú y Buenos Aires”, destacó Velázquez.

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Poco tiempo después funcionarios políticos de distinto órdenes, recorrieron la planta brindando un análisis que lejos estuvo de tranquilizar a quiénes padecen en carne propia una realidad que busca ser disfrazada. “Nos hablaron del crecimiento y el buen tratamiento que le da la empresa a los residuos peligrosos que manipula. Cabe destacar que esto lejos de tranquilizarnos, nos alertó aun más, ya que contamos con las pruebas suficientes para saber qué tipo de problemas y poder enfrentamos. Al poco tiempo me contacta Eduardo Moresco, ex empleado de la empresa que está luchando contra el cáncer, que supo manipular el horno desde el 2007/08. Si bien a los facultativos médicos les cuesta certificar que su enfermedad es producto de los gases que le tocó respirar en su labor, todo indicaría que se trata del daño originado por la exposición a los mismos”.

Néstor Eduardo Moresco tuvo la posibilidad de declarar frente a la fiscalía de Gualeguaychú por más de 3 horas, donde expresa con lujos de detalles que tipo de residuos peligrosos se manipulaban, a dónde se los almacenaba y qué se hacía con los mismos, poniendo especial énfasis en la falencia existente para extremar los controles. “Después de esa declaración, aparentemente hubo una visita de un fiscal a la planta de la cual no tuvimos ningún tipo de información. Las instalaciones de Soluciones Ambientales se encuentran al este de la ciudad, es decir que todos los gases que emana la misma vienen a parar acá. En lo particular se nos ha hecho muy difícil poder comprobar la contaminación, ya que distintas colectoras de complicidades incluso políticas, ha operado para que la verdad siga camuflada”.

Un ex trabajador de la empresa no dudaría en socializar su experiencia brindando un testimonio que atraviesa e interpela la condición humana. Néstor Eduardo Moresco se sometería a los distintos controles sanitarios que rutinariamente imponía la empresa, los mismos brindarían un persistente buen estado de salud, hasta que un día el destino decidió tocar su hombro. “Gozaba de buena salud hasta que con el paso del tiempo mi cuerpo despertaría un tumor en las glándulas suprarrenales. Desde ya que por parte de la empresa no tuve respaldo alguno y con el paso del tiempo terminé siendo despedido de la misma”, contó.

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El haber manipulado aceites de los transformadores eléctricos, algo sumamente cancerígeno, y distintos productos químicos, el deterioro de la salud de Moresco comenzaría a transitar un pedregoso camino. “Tengo la certeza de que el aire que respiramos en Gualeguay proveniente de la chimenea de Soluciones Ambientales, es sumamente contaminante. Pasaron dos años de mi despido, mi salud se sigue deteriorando, es por ello que quiero alertar a la sociedad toda, por mis hijos, por los de todos, y por mí, que sigo  respirando los gases que me enfermaron”.

Hornos incineradores, residuos peligrosos, procesos químicos sin control, un cóctel que suele tener como rehén a los pueblos que se niegan a naturalizar su convivencia con el daño ambiental. Relatos coincidentes, patrones que se repiten, caminos que se entrelazan en búsqueda de una respuesta que suele ser esquiva cuando lo que se interpela es el entramado del poder.

Parecería ser que en la Argentina el agua y el aire puro han dejado de ser un derecho humano para convertirse en un bien transable. Es menester interpretar esta espinosa realidad con la responsabilidad que merece, una necesidad concreta de correr de la marginalidad el término ambientalista, para convertirlo en humanista.

Para el próximo miércoles 19 de febrero, a las 20:30 hs, está organizada una movilización con concentración en Plaza Constitución. Gualeguay dice basta.