Desde hace más de 14 años, en paralelo a la venta del primer lote de soja que se realiza en la Bolsa de Comercio de Rosario, un grupo de organizaciones sociales y políticas muestran la otra realidad del modelo productivo actual. En las puertas de calle Paraguay, se realizaron diferentes intervenciones culturales, muestra de fotos y radio abierta para aunar las voces de quienes se alzan en defensa de un modelo productivo inclusivo, sustentable y en armonía con la naturaleza.

«Como cada año, cuando se lanza la campaña de comercialización de la soja, diferentes organizaciones sociales, ambientales, gremiales y políticas para mostrar la otra cara del modelo productivo, basado en el agronegocio y extractivismo» destacó Sol Morel, referente del Movimiento Amplio de Izquierda.

Un modelo concentrador y reducido que beneficia a unos pocos. «Es un gran negocio que enriquece a unos pocos, que genera dependencia, falta de soberanía y que acarrea graves consecuencias para todo el pueblo. Esta profundización del modelo genera enfermedades, contaminación y cambio climático”.

Esta manera de producir también se traslada a la ciudad, “podemos hablar de la concentración y especulación inmobiliaria que son productos de esta sojización. Por ello, vemos lujosos edificios que se contraponen con los desplazados del modelo, que son los antiguos productores y campesinos que llegan a la ciudad empobrecidos, constituyendo los grandes cordones de pobreza», concluyó.

La calidad y precios de los alimentos, también está estrechamente relacionado con el modelo. “La semilla genéticamente modificada hizo que pasemos de los 30 millones de litros de agrotóxicos utilizados en los 90′ a los 600 millones de litros actuales” destacó Daniel Romano, integrante de la Multisectorial Paren de Fumigarnos.

«En todas las provincias sojeras tenemos escuelas fumigadas. Este modelo concentra la tierra y sigue expulsando al trabajador», agregó.

En la legislatura provincial han ingresado varios proyectos tendientes a modificar leyes existentes. «Es necesario modificar la Ley 11.273 para que haya, por lo menos, un kilómetro y medio de zona de resguardo donde hacer producciones sanas. Otro proyecto tiene que ver con el fomento de la agroecología. La verdadera salida es cambiar de modelo  y dejar de usar veneno» concluyó.