El 10 de junio de 1945 las calles de Argentina se dieron vuelta. En aquel entonces, cambiar la mano significó invertir el sentido de circulación para que el tránsito se adaptara a los nuevos vehículos que, en su mayoría, se importaban de Estados Unidos y tenían el volante a la izquierda. Así quedaban atrás los días de «manejar a la inglesa», algo que 76 años después solo se mantiene en nuestras islas Malvinas. Por eso, todos los 10 de junio se conmemora el Día Nacional de la Seguridad Vial.

Hoy, como ayer, Argentina necesita un profundo cambio en sus usos y costumbres viales, para entender que lo importante es llegar seguros, y no rápido; para comprender que el alcohol puede producir alegría en una fiesta, pero arriba del auto produce tragedias; para saber que nunca hay que subirse a una moto sin el casco bien abrochado; y para reconocer que el peatón siempre tiene prioridad, incluso si se equivoca al cruzar.

Además, aún resta trabajo por delante para facilitar que cada vez más mujeres saquen su licencia de conducir sin temor a la mirada despectiva de los varones, y puedan estar al mando de un colectivo o de un camión y ser el sostén económico de su familia; como así también para que la educación vial esté en las escuelas y enseñe a convivir en paz en la vía pública, territorio de volantes pero también de manubrios y de personas a pie o en sillas de ruedas. Todos estos aspectos requieren cambio para que la violencia vial no se naturalice, sino se censure y se reproche, y para que el respeto por las normas sea asumido como el único camino posible para disfrutar del espacio público de manera segura.

Conclusión dialogó con Mariana Sena, integrante de la Asociación Civil Compromiso Vial, quien expresó: «Desde esa parte hasta ahora, desde casi 80 años, lo que se conmemora es la importancia de las normativas, las señaléticas que organizan y ordenan el tránsito. Y también es una jornada que nos permite reflexionar en torno a cómo nos conducimos y el valor que tiene la responsabilidad de conducir un vehículo en la vía pública».

El 10 de junio de 2012 en la RN174 -conexión vial puente Rosario Victoria-, un vehículo que circulaba rumbo a Rosario, en una curva, se adelantó a cruzar un camión y choco de frente al vehículo en dónde viajaban Santiago y María Florencia Crovetto, la beba de ambos y Laura Sena. Florencia murió ese día, en el Hospital Baigorria, Laura luego de 4 meses de internación también falleció.

Al consultarle por la realidad en seguridad vial en Rosario, la mujer dijo que «todas las ciudades tan grandes como lo es Rosario, han ido creciendo en cantidad de vehículos y en sus arterias, en sus rutas, en sus calles, en su forma de diseño de la ciudad, y obviamente que los familiares y activistas vamos a seguir diciendo que hace falta más, nuestro rol es señalar aquello que sigue estando ausente o está en falta, que no alcanza y obviamente esto no es caprichoso».

En este sentido, Sena añadió: «Los siniestros viales, a pesar de esta pandemia sanitaria que nos obligó a reducir muchísimo la movilidad en la vía pública, siguen siendo un problema, siguen generando mucho dolor en cuanto a heridos graves y muertes. Por supuesto que se ha avanzado, pero hace falta más porque los índices no bajan».

Sobre el logro conseguido meses atrás con la ordenanza que garantiza el Alcohol Cero al volante, la mujer -familiar de víctima- especificó que «Rosario ha marcado una clara decisión de poner a la Seguridad Vial en su agenda, es la tercera ciudad en la provincia, junto con Pueblo Esther y Santa Fe, en manifestarse en una ciudad libre de alcohol al volante. Pero es necesario un Estado mucho más presente para garantizar el derecho que tenemos todas las personas que es transitar con seguridad».

En relación al Estado y las políticas que debe tomar en cuanto a la concientización, Sena remarcó el «control, la inversión y las exigencias que se deben tomar hacia los grandes grupos corporativos que también conforman la sociedad, en que todos aporten a tener una seguridad y condiciones para que se de esa Seguridad Vial». 

Y concluyó: «Desde que las sendas peatonales estén pintadas, hasta que haya radares en circunvalación, hasta que las rutas sean autovías, los familiares vamos a seguir insistiendo. El Estado reflexiona y eso está muy bueno, pero tiene que administrar y hacer».