Con el lema «Las personas mayores en el punto de mira de las emergencias», el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez de este 2024 pone de relieve la urgente necesidad de proteger y ofrecer asistencia a las personas mayores durante las crisis. En ese sentido, la Organización de Naciones Unidas promueve el reconocimiento de la dignidad de las personas de edad y de su derecho a vivir sin miedo ni violencia.

Las emergencias como las catástrofes naturales, las pandemias o los conflictos afectan de manera desproporcionada a las personas mayores, exacerbando aún más su vulnerabilidad. Es crucial tener en cuenta sus necesidades en la planificación y respuesta ante emergencias, ya que suelen tener problemas de movilidad, enfermedades crónicas o aislamiento social.

 
 
 
 
 
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Una publicación compartida de COTRACUC | CUIDADO DE PERSONAS MAYORES (@cotracuc)

Estos factores pueden dificultar su capacidad para acceder a la ayuda, evacuar de forma segura o recibir a tiempo atención médica oportuna y servicios de asistencia. Además, el estrés y el caos de las emergencias pueden aumentar el riesgo de malos tratos a las personas mayores, ya sean físicos, emocionales, económicos o por negligencia.

El maltrato de las personas mayores es un problema social que existe en los países en desarrollo y desarrollados y, por lo general, no se notifica suficientemente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre un 1% y un 10%. Aunque se desconoce la magnitud del maltrato de los ancianos, su importancia social y moral es indiscutible. Por este motivo, este problema requiere una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de las personas de edad.

Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de las personas mayores tienen que enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que tienen una especificidad cultural. Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras las mujeres mayores que viven solas son acusadas de practicar la brujería. Desde una perspectiva sanitaria y social, si los sectores de atención primaria de salud y los servicios sociales no están bien preparados para detectar y resolver el problema, el maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto.