Como todos los años, este 2 de julio se festeja el Día Internacional de las Cooperativas, fecha en que se celebra la historia, presente y futuro de un movimiento social y económico que agrupa a más de 280 millones de personas en todo el mundo y representa una alternativa de crecimiento, que pone en primer plano al ser humano y armoniza sus necesidades con un desarrollo sustentable para el planeta.

En Argentina, el movimiento cooperativista lleva más de un siglo construyendo comunidad, ofreciendo servicios esenciales, brindando fuentes de trabajo y promoviendo un crecimiento auténticamente federal.

Desde la primer matrícula otorgada en 1905 a la cooperativa Hogar Obrero a las más de 15.000 entidades que existen hoy en el país, el cooperativismo argentino está presente en las 23 provincias que componen el territorio nacional, brindando servicios de luz, agua, gas, telefonía, internet y televisión (entre otros) a más de 2.000.000 de hogares, sumando 18.000.000 asociados e integrando a casi 300.000 trabajadores y trabajadoras.

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Además de brindar trabajo y cubrir servicios esenciales, las empresas cooperativas argentinas participan fuertemente de la producción nacional, representando el 28% de su producción cerealera y oleaginosa y siendo responsables del 8% de las exportaciones del sector agropecuario y, en total, el 5% del comercio exterior del país.

 

HISTORIA DEL COOPERATIVISMO

Los primeros registros existentes de una cooperativa proceden de la Escocia de 1761. Pero será en 1844 cuando un grupo de 28 artesanos que trabajaban en las fábricas de algodón de una ciudad al norte de Inglaterra establecieron la primera empresa cooperativa moderna, la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, también conocida como los Pioneros de Rochdale.

Los tejedores de las fábricas de algodón tenían unas condiciones de trabajo miserables y unos salarios bajos, por lo que no podían pagar los elevados precios de los alimentos y artículos domésticos. Por ello, decidieron reunir sus escasos recursos y trabajar juntos, para poder acceder a los bienes de consumo básicos a un precio más bajo. Al principio, solo había cuatro productos a la venta: harina, avena, azúcar y mantequilla.

Los Pioneros decidieron que era hora de que se tratara a los consumidores de manera honesta, con transparencia y con respeto, que estos debían poder participar de los beneficios según su contribución y debían disponer del derecho democrático de tomar parte en las decisiones del negocio.

Cada cliente de la tienda se convirtió en miembro de la cooperativa, con lo que cada uno de ellos tenía un interés real en el negocio. Al principio, la cooperativa abría sólo dos tardes a la semana pero, al cabo de tres meses, el negocio había crecido tanto que funcionaba cinco días a la semana.

En 1862, en Alemania, Friedrich Wilhelm Raiffeisen y Franz Hermann Schultz-Delitsch desarrollaron otro modelo cooperativo y crearon las primeras cooperativas de crédito. Desde entonces, el modelo ha crecido, se ha expandido a otros sectores y ha inspirado el desarrollo de las cooperativas financieras en todo el mundo.

 

ROL DE LAS COOPERATIVAS: SU INFLUENCIA EN EL ENTRAMADO SOCIAL

Las cooperativas son reconocidas como asociaciones y empresas a través de las cuales los ciudadanos pueden mejorar sus vidas de manera efectiva mientras contribuyen al avance económico, social, cultural y político de su comunidad y país. El movimiento cooperativo también ha sido reconocido como un actor principal en los asuntos nacionales e internacionales.

El modelo de afiliación abierta de las cooperativas permite el acceso a la creación de riqueza y la eliminación de la pobreza. Esto resulta del principio cooperativo de la participación económica de los miembros: «Los miembros contribuyen equitativamente y controlan democráticamente el capital de su cooperativa».

Debido a que las cooperativas están centradas en las personas, no en el capital, no perpetúan ni aceleran la concentración de capital y distribuyen la riqueza de una manera justa.

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Las cooperativas también fomentan la igualdad externa. Como están basadas en la comunidad, están comprometidas con el desarrollo sostenible de sus comunidades, ambiental, social y económicamente. Este compromiso se puede ver en su apoyo a las actividades comunitarias, el suministro local para beneficiar a la economía local y en la toma de decisiones, que considera el impacto en sus comunidades.

A pesar de su enfoque en la comunidad local, las cooperativas también aspiran a llevar los beneficios de su modelo económico y social a todas las personas en el mundo.

El movimiento cooperativista es muy democrático, localmente autónomo pero integrado internacionalmente y una forma de organización de asociaciones y empresas por la cual los ciudadanos cuentan con la autoayuda y su propia responsabilidad para alcanzar objetivos no solo económicos sino también sociales y ambientales, como la superación de la pobreza, la obtención de empleo productivo y el fomento de la integración social.