Hoy se conmemora en la Argentina el Día del Jubilado y la Jubilada, cuyo origen radica en un evento que aconteció en el país hace ya casi 100 años.

Precisamente, la fecha encuentra su origen el 20 de septiembre de 1904, día en que se sancionó la primera Ley 4.349 de Jubilación, correspondiente a funcionarios, empleados y agentes civiles del Estado, que reconoció por primera vez el beneficio previsional para los empleados públicos de la Nación.

La misma, que entró en vigencia durante aquella presidencia de Julio Argentino Roca, contempló además la creación de la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones.

“En nuestra sociedad, donde se tiende a valorar a las personas por su vinculación con la capacidad de producir o de acumular riqueza material, se pretende instalar el paradigma de emular a la juventud, sana, fuerte y productiva. En sentido inverso, se ha cargado de signos negativos a la ancianidad, asociándola a la enfermedad, la incapacidad y la improductividad y en igual sentido a las personas jubiladas a quienes se las menciona como pasivas y retiradas, no solo de la actividad productiva, sino de la vida en general”, expresaron desde el Inadi, que tiene como principal objetivo para esta fecha concientizar sobre “una vejez sin discriminación”.

En ese sentido, continuaron: “Sobre la base de esta valoración negativa estereotipada se ha generado toda clase de actitudes y prácticas discriminatorias, que van desde el aislamiento en el seno de la familia, a la falta de respeto en la vía pública, o el maltrato en las instituciones, todas éstas, situaciones que la sociedad naturaliza”.

Ahora, en tiempos de pandemia por Covid-19, las estigmatizaciones, los estereotipos y los prejuicios parecen tener mayor presencia cuando ciertos sectores visualizan al colectivo de los adultos mayores como frágiles, enfermos, dependientes y hasta con presunción de incapacidad civil.

“Desde el INADI sostenemos que la edad no es un factor determinante que justifique la pérdida de las capacidades y potencialidades de este grupo social y mucho menos la estigmatización y marginación. El derecho a una vejez digna comienza sin discriminación”, culminaron.