“Los campeones no se hacen en gimnasios, están hechos de algo inmaterial que tienen muy dentro de ellos. Es un deseo, un sueño, una visión”. La cita es de Cassius Clay, el legendario boxeador norteamericano de los pesos pesados, quien un día como hoy, en 1964, se consagraba campeón mundial de la máxima categoría del boxeo.

Cuando Cassius Marcellus Clay, medalla olímpica de oro, de 22 años y nacido en Lousville, Kentucky, subió al ring hace 55 años para enfrentar a Sonny Liston, el campeón mundial de los pesos pesados, los expertos en boxeo temieron lo peor. Liston era más grande, más fuerte y más experimentado que el impetuoso, aniñado y simpático Clay.

El campeón no sólo había conseguido la corona al noquear en el primer asalto a Floyd Patterson, sino que también lo demolió en la revancha. Igualmente despachó por la vía rápida a Cleveland Williams, Nino Valdés y Zora Folley.

Además, todo lo que estaba relacionado con el campeón, a quien llamaban El Gran Oso, resultaba siniestro para la época. Su cuerpo grueso y compacto, su mirada maliciosa, los dos períodos en la cárcel y su supuesta conexión con la mafia creaban un historial de vida tenebroso.

Para colmo, Clay venía de sufrir la mayor humillación de su carrera frente a Henry Cooper: aunque ganó la pelea, fue derribado por un gancho del inglés.

Sin embargo, el retador no se dejó amilanar y desafió con desparpajo: “Sonny Liston no es nada. El hombre necesita lecciones de boxeo. Y puesto que él va a pelear conmigo, ¡necesita lecciones de caer!”. Nadie creyó en sus palabras, pero fue así.

Finalmente, la noche del martes 25 de febrero de 1964, sobre ring del Convention Hall, en Miami Beach, Florida, las palabras dejaron paso a los puños.

Liston llegaba con un récord de 35 victorias (24 de ellas por nocaut) y una sola derrota. Como profesional, Clay estaba invicto en 19 peleas, todas ganadas (15 por nocaut).

Ambos pugilistas subieron al ring apadrinados por dos glorias del boxeo: Clay lo hizo con Sugar Ray Robinson, y Liston con Joe Louis.

Los expertos esperaban a un retador que saliera bailando sobre el cuadrilátero, evitando la furia del campeón. Pero el comienzo del combate mostró a un Clay desafiante, sin su tradicional juego de piernas.

Hacia el cuarto asalto, el rincón de Liston empezó a darse cuenta de que Clay sacaba puntos de ventaja en la pelea. No se sabe exactamente lo que ocurrió durante el descanso, pero al término del quinto round Clay regresó a su esquina quejándose de un extraño ardor en los ojos. Luego se acusó a Liston de haberse colocado una crema en los guantes, aunque esto nunca fue comprobado.

Entonces Clay comenzó a bailar sobre el ring siguiendo las órdenes de su entrenador, Angelo Dundee.

El resultado no pudo ser más alentador y el retador humilló al campeón en el sexto asalto. Liston, sangrando y extenuado, no quiso salir a pelear el séptimo round, arguyendo una lesión en el hombro. Clay ganó por nocaut técnico y saltó de júbilo en el centro del cuadrilátero, gritando a los cuatro vientos la grandeza de su hazaña.

Su sorprendente victoria, junto a su arrogancia desvergonzada (“soy el mejor”, le gustaba decir), electrificó al público, sobre todo a los jóvenes negros. Un mes después, el flamante campeón mundial cambió de religión y de nombre tras unirse a la organización Nación del Islam. Así, Cassius Clay dejó de existir y dio paso a Muhammad Ali, la leyenda.

Derrotado y humillado, Liston buscó la revancha, que Ali le concedió el lunes 16 de noviembre de 1964 en el mismo escenario de la primera pelea.

Esta vez, rápido y potente como un rayo, Ali noqueó a Liston en el primer round con un golpe tan súbito que muchos de los espectadores se lo perdieron y al que bautizaron “el golpe fantasma”.

En 1967, en su momento de apogeo, Ali se negó a alistarse en el ejército estadounidense apelando a sus creencias religiosas y a su oposición a la Guerra de Vietnam, una postura que le costó el título.

“¿Por qué me piden ponerme un uniforme e ir a 10.000 millas de casa y arrojar bombas y tirar balas a gente de piel oscura mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan los derechos humanos más simples? No voy a ir a 10.000 millas de aquí y dar la cara para ayudar a asesinar y quemar a otra pobre nación simplemente para continuar la dominación de los esclavistas blancos”, argumentó.

Ali fue detenido y declarado culpable de evadir el servicio militar, lo despojaron del título y le suspendieron su licencia de boxeador. Aunque no fue encarcelado, no pudo volver a pelear en casi cuatro años mientras su apelación llegaba al Tribunal Supremo, donde fue finalmente admitida a comienzos de los años 70.

Cuatro años más tarde, en 1974, recuperó el título mundial al derrotar a George Foreman en Kinshasa, Zaire.

Apodado “El más grande”, Ali protagonizó míticos combates, como los tres que mantuvo con Joe Frazier.

Un potente Smokin’ Joe Frazier le ganó por puntos en fallo unánime el primer duelo, denominado “La pelea del siglo”, en el Madison Square Garden de Nueva York, el 8 de marzo de 1971.

El 28 de enero de 1974, chocaron nuevamente en el Madison Square Garden, y esa vez la victoria fue para Ali por decisión unánime del jurado.

El tercer combate entre ambos se realizó en Manila, la capital de Filipinas, el 1º de octubre de 1975. Publicitado como “The Thrilla in Manila”, es considerado por muchos expertos como el mejor combate de boxeo de la historia.

Ali y Frazer se mataron a golpes durante 14 rounds, al punto de que antes de iniciarse el 15º y último asalto ninguno de los dos quería salir a pelear. El entrenador de Ali, Angelo Dundee (quien falleció este mes a los 90 años), le ordenó a su pupilo que siguiera la pelea.

“Sólo te pido que te levantes”, le dijo. A regañadientes y con sus últimas fuerzas, Ali le hizo caso. Se paró justo para ver cómo desde el rincón de Frazier arrojaban la toalla. Así, el viejo zorro de su entrenador le hizo ganar a Ali aquella pelea histórica.

También pasó a la historia su pelea con el argentino Oscar Natalio Bonavena (Ringo lo derribó en el 9º asalto, aunque finalmente ganó por nocaut en el 15º, el 7 de diciembre de 1970) o la que protagonizó en 1974 en Zaire ante George Foreman, a quien noqueó para conseguir por segunda vez el campeonato del mundo de los pesos pesados.

En total, Ali fue derrotado en cinco ocasiones (cuatro por puntos y una por nocaut técnico), logrando 56 victorias (37 por nocaut y 19 por puntos).

Algunas de sus célebres frases revelan su personalidad:

* “Vuelo como una mariposa, pico como una abeja”.

* “Si sueñas con ganarme, será mejor que despiertes y pidas perdón”.

* “Soy rápido, soy guapo, soy el mejor”.

* “Soy doblemente grandioso, no sólo los noqueo sino que elijo el round”.

* “Soy tan rápido que anoche apagué el interruptor de la luz en mi cuarto del hotel y estaba en la cama antes de que el cuarto estuviese a oscuras”.

Pero también afirmaba: “No es arrogancia si puedes sostenerlo”.

En 1999 fue nombrado “Deportista del siglo XX” por la revista Sports Illustrated y “Personalidad deportiva del siglo” por la BBC de Londres.

También se destacó por su militancia política pro-musulmana. Al respecto, tras los ataques al World Trade Center en septiembre de 2001, un periodista norteamericano le preguntó cómo se sentía al compartir creencias y religión con los autores de los atentados del 11-S.

Él le respondió: “¿Y cómo te sientes tú al compartir creencias religiosas con Hitler?”.

Otra vez, un periodista le preguntó: “¿Qué le gustaría que la gente piense de usted cuando se haya ido?”. Y la respuesta fue: “Me gustaría que dijeran que tomé unas cuantas copas de amor, una cucharadita de paciencia, otra de generosidad, una pinta de bondad… que tomé un cuarto de risa, una pizca de preocupación y, a continuación, mezclé predisposición con felicidad, agregué mucha fe y lo mezclé todo muy bien, extendiéndolo a lo largo de mi vida y ofreciéndolo a cada persona merecedora que me encontré en el camino”.

Cassius Clay murió el 3 de junio de 2016 por un choque séptico provocado por causas naturales a los 74 años en un hospital en Phoenix, donde había sido ingresado por problemas respiratorios el día anterior.