El auditorio del Hogar Padre Misericordioso (Zeballos 668), este martes por la tarde se llenó de múltiples emociones. Es que desde la asociación civil iniciada por el Padre Fabián Belay, se realizó la entrega de diplomas a las chicas trans por haber cursado el año entero y por haber finalizado la capacitación en peluquería, que para ellas, significa mucho más que una certificación, para ellas representa un gran logro y sobre todo, una nueva posibilidad.

Ante la exclusión laboral que sufre el colectivo trans, la mayoría se desempeña casi por obligación como trabajadoras sexuales, es por eso que el taller que llegó a su finalización este martes, les permite soñar con el inicio de otra vida, en el que puedan elegir. “Ya no queremos exponer más nuestra salud. Queremos cambiar, no queremos trabajar más con nuestro cuerpo”, contó Caren, una de las chicas que se sumó a la propuesta. En coincidencia, otras de las chicas, Silvia, sostuvo: “Queremos salir adelante y vivir de una profesión. Y esto significa una oportunidad de poder hacer algo por mi cuenta para poder ganar ingresos desde otro lado que no sea la calle, con un oficio”. Seguidamente, Caren agregó: “Para mi es algo muy importante, es un cambio muy grande. Es un cambio de vida”. 

La iniciativa de dictar la capacitación, que promete continuar el año próximo, surgió a partir del acercamiento de un grupo de jóvenes voluntarios de la Iglesia, «Soplo de Dios viviente», quienes en forma diaria, durante las recorridas nocturnas les llevaban alimentos a las trabajadoras sexuales mientras estas estaban paradas a la intemperie. Y poco a poco, a medida que la confianza se fue construyendo, entre todos comenzaron a predicar en medio de la noche la palabra de Dios.“Fue gracias a una servidora del Señor, de la Iglesia, que nos conoció», recordó Caren.

«Nosotras somos trabajadoras sexuales de la noche y quisimos cambiar la vida, porque queremos dejar la noche. No nos alcanza la pensión mínima para sobrevivir», contó . Desde ahí, se comenzó a consolidar un vínculo, pero no sólo con los voluntarios de la Iglesia, sino con la fe y con la palabra de Dios. «Quisimos integrarnos y saber que Dios vive y que nos puede ayudar en todo esto. Empecé a venir, a la oración de grupo, me entregué al Señor y soy una servidora más. Es la Fe la que me hizo fuerte, en la manera de pensar y de vivir», rememoró.

Sin embargo, el aprendizaje no sólo fue en materia de peluquería, sino que significó una experiencia enriquecedora para todos los que formaron parte del curso, “Fue una experiencia muy hermosa. Fue un empezar también para nosotros. No estábamos acostumbrados a trabajar con chicas trans”, manifestó el sacerdote Belay, impulsor de la iniciativa. Y agregó: «Fue un camino muy bueno, porque es trabajar con una población con la que nosotros no teníamos un recorrido hecho. Yo creo que hay un prejuicio general en la sociedad, hacia este tema».

Con la fe como cimiento, nuevos proyectos aguardan a poder ser concretados. «Estamos viendo de abrir una cooperativa, y de brindar acompañamiento psicológico, es el gran desafío que se nos plantea hoy”, explicó el sacerdote.

«Nuestro motor es el amor a Dios y a cada uno de ellos, por la dignidad que cada uno tiene por ser hijo de Dios. Hoy no cerramos una etapa, sino que comenzamos. Es un despegue, estamos agradecidos a Dios que nos presenta a estas personas para compartir la vida», concluyó.