Época de verano. Sinónimo de temporada de pileta y colonia de vacaciones. Sea en una piscina o en la playa, lamentablemente cada año se producen noticias desgraciadas sobre accidentes infantiles que ocurren en el agua. Entonces ¿cómo cuidar a nuestros hijos? ¿cómo prevenir accidentes? ¿qué podemos hacer, qué debemos tener en cuenta a la hora de entrar en el agua?

Joaquín González, guardavidas y actual ayudante de colonia en el club Universitario habló con Conclusión y brindó una serie de recomendaciones para que el baño sea una experiencia gratificante y evitemos sustos y riesgos que pueden poner en peligro la salud de los niños.

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Vigilancia permanente

En el caso de los bebés está más claro, pero cuando los niños se desenvuelven más o menos bien en el agua puede aparecer el descuido, porque nos confiamos y nos distraemos. Y tan solo un segundo puede ser fatal en un posible tropiezo, inmersión, golpe.

“Los padres deben estar 100% presentes con los niños. Es fundamental”, remarcó el especialista y aconsejó si los niños no saben nadar, el agua debe llegarle a la altura de la cintura, porque en caso de que se caiga o se de vuelta, con las manos puede llegar al piso. En cambio si el agua le llega a las tetillas, no llega al fondo y puede ahogarse.

Seguridad adicional, pero no infalible

Los flotadores, bracitos, tablas… son elementos de seguridad adicional que no sustituyen la vigilancia y acompañamiento de un adulto. Más que elementos de seguridad en sí mismos, diríamos que ayudan al niño a que tenga más posibilidades de desenvolverse en el agua sin miedo, pero no podemos «delegar» en ellos la función de salvavidas.

Aunque pueda resultar incómodo, tal vez conviene que lleven puestos los bracitos aún fuera del agua, por si cayeran inesperadamente a la misma, para no hundirse. No obstante, un niño puede no hundirse en el agua, pero puede tener otros problemas. Además, los flotadores o bracitos no son infalibles y pueden romperse y dejar de cumplir su función.

En cualquier caso, si queremos reducir riesgos, conviene que nos aseguremos de que los accesorios de seguridad que compremos sean de calidad y estén homologados convenientemente. También que comprobemos que no tienen pinchazos o rotos desde el anterior uso, antes de ponérselos.

En ese sentido González recomendó el uso de bracitos en lugar de los botecitos donde se encastra el bebé o aquellos flotadores que se acomodan en torno a la cintura, ya que los mismos son más propensos a darse vuelta.

Un entorno seguro en la piscina

Tanto si es nuestra piscina particular, como si es comunitaria, la piscina debería estar inaccesible para los niños cuando esté cerrada, para evitar que se metan o caigan en ella. Debe estar rodeada por una verja o valla de la altura suficiente para que no la salten los niños y la puerta de acceso a la psicina debe tener un pestillo, cerradura o traba que los niños no puedan abrir por sí solos.

También hay que procurar no dejar los juguetes en el agua, ya que los niños pueden querer lanzarse por ellos. Para evitar ese riesgo, mejor sacar los juguetes del agua al mismo tiempo que los pequeños.

Enseñarles a nadar

Aparte de la educación que puedan proporcionar los padres, también puede haber una enseñanza previa, es decir, clases de natación. “Cuanto antes aprendan a flotar, a nadar y a desenvolverse en el agua, antes serán capaces de evitar riesgos ante caídas inesperadas”, apuntó el profesional y sugirió tomar clases desde temprana edad.

Sin embargo, que sepan nadar no implica que no debamos estar atentos: los niños pueden cansarse fácilmente o confiarse en exceso y llegar a sitios donde no hacen pie y asustarse. Entonces volvemos al primer punto: siempre tenemos que estar pendientes de ellos cuando están dentro del agua.

Si queremos disfrutar de un verano fresquito, en familia, y pasarla estupendamente, es importante seguir estos consejos de seguridad para la pileta con los niños, empezando por la vigilancia activa y continua.