Hace aproximadamente 70.000 años, cuando la humanidad emigró de África, una estrella cruzó nuestro Sistema Solar. Conocida como la estrella de Scholz en honor al astrónomo alemán que la descubrió, sus efectos todavía son visibles.

Esta enana roja fue descubierta por los astrónomos en el año 2015, y en un principio supusieron que no habría tenido muchos efectos en nuestro Sistema Solar. Sin embargo, ahora han demostrado que este no es el caso, de hecho, todavía se puede observar el impacto de la visita.

Al parecer, el estudio exhaustivo de las zonas donde se encuentran los objetos en la Nube de Oort ha llevado a reconsiderar esta conclusión: resulta que este encuentro increíblemente cercano con una estrella dejó perturbaciones gravitacionales débiles en los límites exteriores de nuestro Sistema Solar.

Los astrónomos de la Universidad de Cambridge y la Universidad Complutense de Madrid analizaron las posiciones de alrededor de 340 objetos en el Sistema Solar exterior con órbitas hiperbólicas, y encontraron que varias docenas de ellos no estaban exactamente donde se esperaba. Según Carlos de la Fuente, de la Universidad Complutense de Madrid:

¿Qué hicieron entonces? Rebobinaron el reloj y colocaron los objetos sobre el fondo de la constelación de Géminis, advirtiendo entonces que una enana roja, la estrella de Scholz, fue posiblemente la causa de esa sutil redistribución.

Lo que ocurrió fue que la entrada de esta estrella en el borde exterior de nuestro Sistema Solar provocó dichas perturbaciones gravitacionales, unas que aunque débiles, fueron capaces de afectar a la trayectoria de cometas y asteroides.

No sólo eso. Este encuentro cercano ocurrió hace 70.000 años, cuando una población de Homo sapiens estaba saliendo de África en una migración que luego cubriría el mundo entero. De hecho, es muy posible que esos humanos antiguos notaran el resplandor de la estrella en la noche.

Fuente: Miguel Jorge- gizmodo.com