Todas las semanas se emite por el canal de YouTube de Conclusión un ciclo que buscará acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, abordará diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron con Gabriela Vega y Erica Espinosa, ambas familiares de víctimas y trabajadoras de la educación. En una reveladora y sentida charla se profundizó sobre la violencia letal que nos atraviesa como rosarinos.

La ciudad de la furia nos muestra de manera opulenta una metrópolis de cara al río, y otra muy distinta de las avenidas hacia a los márgenes. Preguntarse de dónde brota tanta violencia, pareciera un absurdo; los pibes, aquellos invisibilizados generación tras generación, hoy son la moneda de cambio de grupos violentos que dirimen sus disputas a puro plomo.

Una ciudad dividida entre unos y otros, entre los supuestos buenos y los malos, entre supuesta gente de bien y gente de mal. Mientras tanto un grupo de familiares victimas busca romper con la lógica del punitivismo que nada sana y transforma, construyendo nuevas posibilidades libres de odio.

«Siempre trabajé en las escuelas alejadas del centro y la verdad, el estado está totalmente ausente. Claramente la seguridad no tiene que ver con tener más policías, el estado debe garantizar igualdad y no más fuerzas represivas» destacó Erica Espinoza.

Rosario sangra se inicia cuando matan a una persona que no residía en la periferia. «Nosotras en su momento le cuestionamos al intendente la indignación selectiva por determinadas muertes. Hay muchas familias que nos narran que otra organización de víctimas las dejan de lado porque sus hijos son supuestamente narcos. Y si así lo fueran, sus madres tienen derecho a pedir justicia como la pedimos nosotras», sentenció Gabriela Vega.