Carnaval murguero: historias llenas de color, ritmos y resistencia callejera
Conclusión realizó un repaso sobre el inicio de esta expresión popular en nuestro territorio. Su lucha por perdurar a través del tiempo conservando su esencia carnavalera.
- Info general
- Feb 10, 2018
Por Gisela Gentile
La murga carece de una bibliografía única que indique como llegó a nuestro territorio. Muchas veces, sus orígenes resultan dispares según quién lo cuente. Lo real es que las expresiones artísticas populares se convierten en mágicos relatos que viven en su gente.
En la transmisión oral ha quedado el legado de continuar y reinventar cada día el fenómeno de la murga. El carnaval porteño es aquel que importaron los españoles al Río de la plata, en sus principios los pobladores participaban de ellos bailando y arrojando agua en las calles. Esta iniciativa no tan aristocrática, no agradó a los sectores más adinerados y pasaron a calificarlo como una “costumbre bárbara”. Tal es así que en 1770 se penaba con azotes a quien toque el tambor. Y más adelante, se restringieron los bailes a lugares cerrados con el fin de que no se generaran escándalos. Quedando así descartadas las manifestaciones callejeras.
En diferentes épocas históricas de nuestro país, el carnaval sufrió una prohibición tras otra. Tal es así que en los inicios de la época de Rosas, los mismos se desarrollaban pero eran muy criticados por los intelectuales. Consideraban poco correcto el ulular de negros bailando de manera grotesca, tocando melodías que no eran música, e invadiendo la ciudad de una manera poco medida. Tal fue el desagrado, que el gobierno de Rosas dejó de avalarlos y mediante un decreto en 1844, finalmente los censuró y castigó esta manifestación popular.
Durante el siglo XX varias fueron las embestidas que sufrieron los carnavales, una de las más recientes fue el decreto 21329/76 del año 1976 firmado por Jorge Rafael Videla. El mismo indicaba la prohibición de los feriados de lunes y martes de carnaval, más allá que el impedimento no fue total, la idea fue reducir la utilización del espacio público y de alguna manera desactivar esta expresión popular.
Luego de la vuelta a la democracia, muchas fueron las reuniones y movilizaciones que se llevaron a cabo con el fin de recuperar ese feriado identificatorio, que reconoce a la murga como un género artístico y popular que debía estar presente en el calendario.
Finalmente en 2010 Cristina Kirchner presentó un proyecto de reordenamiento de feriados en donde incluía éste tan esperado. La aplicación se hizo efectiva a partir del 2011, en su momento la presidenta dijo, “Para que los jóvenes puedan divertirse hay que tener un país en crecimiento y que vuelva a festejar sus tradiciones”.
Rosario y sus murgas
Hay quienes indican que la ciudad cuenta con aproximadamente 15 murgas estilo porteño, muchas de ellas se ven arraigadas a determinados barrios. Las mismas se gestan y desarrollan en la calle agrupando a niños, jóvenes y adultos que sienten a esta expresión como propia. Sonidos que integran, bailes que liberan, son sólo algunos puntos de esta profunda manifestación artística.
Conclusión dialogó con integrantes de diferentes agrupaciones para poder meterse en un mundo de historias y vivencias repletas de colores y ritmos que ganan las calles rosarinas.
Anahí Ledesma es integrante desde hace veinte años de la agrupación “Caídos del puente”, “nace el 17 de noviembre de 1997 en los talleres de los centros culturales del Parque Alem, de la mano de dos integrantes de “Mala Yunta” que vinieron de Buenos Aires. Ellos Trajeron a Rosario una estructura muy distinta a la ciudad ya que en ese momento el estilo era diferente, cada uno se vestía como quería, se utilizaba una percusión más estilo batucada y coreografía más libre e improvisada”, indicó.
“En cambio los compañeros porteños trajeron e implementaron cambios muy profundos. Rituales, elección de un nombre, colores y trajes específicos. Y por sobre todas las cosas nos hicieron meter en la historia de los carnavales. Nos contaban que en 1800 los esclavos negros daban vuelta los trajes regalados por sus amos para distinguir de qué lado estaba cada uno, y cuando estaban en carnaval se sentían libres de la esclavitud. Heredamos también los rituales de matanza, donde mediante una ronda se ingresa al centro bailando una rumba. Primero sintiéndose pesados por las cadenas, pero a la vez se empieza a mover para obtener la libertad. Luego se acerca la etapa de los tres saltos, que sería la liberación y finalmente la matanza propiamente dicha. Es allí donde ya uno se liberó de las cadenas de la opresión y bailamos con absoluta pasión dejando de lado la bronca, ira y angustia”, relató.
La ideología de organización también originó un gran cambio de paradigma en las murgas, “fue para mí un gran aprendizaje la construcción a través de un estado asambleario. Esto le permite al grupo poder debatir todo en asamblea, desde el nombre hasta los colores que se van a utilizar”.
“El nombre Caídos del Puente remite a la estructura de cemento que está enclavada en el Parque Alem. En mi caso, fue mi querido padre quien me introdujo en la murga, en lo personal me cambió para siempre. Es una escuela de vida en grupo, un espacio muy genuino en donde se practica la tolerancia, en donde te encontras con vos mismo y con el otro”.
“Caídos del Puente fue la impulsora de generar encuentros de murgas, implementar la filosofía murguera que consiste en alojar a otros murgueros, siempre compartiendo y no compitiendo. También se considera una murga madre, ya que acompaña el sentimiento de otras nuevas que se van formando en la ciudad”, sostuvo Anahí.
“Nuestro pilar es la autogestión, cada murguero se transforma en un obrero del carnaval. Fuera de sus estudios o trabajo dedican tiempo y dinero en pos del grupo. Siempre tratamos de estar en diferentes eventos solidarios y a su vez generamos actividades, fiestas, kermesse para poder recaudar fondos”.
“Resalto que la murga es un espacio de protagonismo y tolerancia. La inclusión no debe dirigirse a una sola clase social sino que en la murga convergen diferentes estratos. Hoy en día muchas personas pueden sentirse excluidas por exceso de rutinas, por un sistema capitalista que oprime, y demás cosas que nos alejan como personas. Y justamente la murga es el espacio que genera todo lo contrario, se afianza en lo colectivo y el encuentro”, concluyó Anahí Ledesma de la murga “Caídos del Puente”.
La agrupación invita a todos a participar de los ensayos abiertos de los jueves a las 18 hs frente al Monumento a la Bandera. Su propio carnaval lo realizarán es este mismo lugar y horarios el 24 de febrero.
Una historia de barrio en cada murga
Conclusión también dialogó con varios integrantes de la agrupación “Los chapitas de la República”, murga que se desarrolla y crece en la Zona Oeste de nuestra ciudad.
“Estamos en la plaza de 9 de julio y Paraná, la murga nació hace seis años en el club Luchador. La misma se gesta a través de la inquietud de niñas y niños que querían pertenecer a una. Las mujeres que estaban organizadas allí se mandan a hacerlo sin saber mucho, y luego empezamos a participar murgueros de otras agrupaciones y nos sumamos al proyecto”.
“Somos una murga con niños, jóvenes, adultos y gente grande, con estilo porteña que implica bombo con platillo, redoblante y mucho baile. La crítica es el fuerte de nuestra agrupación, nos gusta decir las cosas sin filtro. Estamos todo el año en la plaza ocupando el espacio público, de esa manera estamos unidos y logramos que el barrio salga a la calle”.
“Tenemos como idea ocupar territorio con el fin de que participen todos y todas, somos un espacio abierto para todo aquel que quiera estar. De esta manera sentimos que recuperamos la calle y hay más unión entre los vecinos. En la plaza compartimos vivencias, risas, a veces nos enojamos también, pero lo más importante es transformar el dolor en bailes, toques y saltos”.
“Los corsos los hacemos en la plaza del barrio, con diferentes artistas y buscamos que siempre el espacio se llene de niños y vecinos. Este año se está promoviendo mucho el carnaval pero es el que hace la Municipalidad, nosotros somos una murga independiente y autogestiva. Se está dando tanto en murgas como en arte callejero las trabas burocráticas, a veces tardan más de un mes para autorizarte un corte de calle, escenario o luces. Creemos que se debe apoyar el arte popular y debe ser inclusivo y no para unos pocos. No queremos que ocurra como en Buenos Aires que directamente se están prohibiendo corsos de muchos años de antigüedad e historia. No debemos perder la tradición del carnaval, el arte popular y de la murga”.
“El 11 y 12 de febrero las murgas nos organizaron y vamos a estar haciendo carnavales libres y gratuitos. Y el 17 nuestra murga va a hacer el corso en la Plaza de la República con agua, juegos, bandas y con muchas ganas de festejar”.
“Nos gusta salir a la calle y encontrarnos con gente que quiere patearla, sobre todo para los tiempos que vienen”, concluyeron los entusiastas murgueros.
Resulta impensado que se haya censurado por tanto tiempo y en diferentes épocas esta expresión artística tan popular. Acaso la libertad asusta tanto, que se la intenta adoctrinar o disciplinar. Pero la fuerza del pueblo, lo colectivo, autogestivo y por sobre todo, con la pasión y entrega se superan los obstáculos abriendo paso a la liberación de las cadenas.