Por Daniel Oscar Siñeriz Griffa

Jesús pronunció muchas bendiciones y también algunas maldiciones. Su lenguaje claro, firme y hasta contundente, profético y apocalíptico; dejó a la vista “quién es quién”, dónde está parado y hacia dónde camina cada uno.

Benditos, bienaventurados y felices. Dirigido a los últimos, a los más pequeños, a los que sufren, lloran y están tristes; a los que creen, a los limpios de corazón y a los trabajadores de la paz. A los que “ven”, “escuchan” y transmiten las Buenas Noticias. Felices desde ya y también para siempre.

Y después, en menor medida, pero no menos preciso y contundente, utiliza para denostar una expresión fúnebre de dos letras: “¡Ay!”, “¡Ay de ustedes!”. Era como avisarle a cierta gente que estaban “muertos”. Así llamó a los fabricantes de hipocresía, a los juntadores de dinero, a todos los que hacían sufrir a sus hermanos, a los que abandonaban en sus necesidades a quienes padecían situaciones o dolencias solucionables. En definitiva, a los “muertos” que son capaces de matar y de multiplicar miseria y dolor.

Ahora y aquí se trata de ver cómo armamos las listas y dónde se anota cada uno. No tenemos que montar un tribunal público, habrá que apelar al primer juez cercano e íntimo que tenemos cada uno adentro, con su sentencia “a flor de piel”: nuestra conciencia.

Pero también, dado que nuestro aire está “lleno de humo”, que por nuestras calles “corre mucha sangre” y nos invade el miedo como “moneda corriente”; será necesario también visualizar a los fabricantes de muerte y llamarlos con firmeza a “cambiar de rubro” y dedicarse de lleno a “honrar la vida”.

“¡Ay de ustedes!”, los traficantes de drogas, de dinero, de armas, de órganos y de personas.

“¡Ay de ustedes!”, los que otorgan y venden todos los “permisos” necesarios para que esto, tan oscuro y nefasto exista y siga.

“¡Ay de ustedes!”, los que organizan detrás y escondidos la muerte sistemática de sus congéneres y la miseria escandalosa de tantos hogares.

También hay un salmo que los define: “¡Son un rebaño para el abismo!”.

Todavía hay tiempo, no mucho, pero sí el necesario para “cambiar de lista”. Habrá que estar atentos para no caer en “los avisos fúnebres” y anotarse en el espacio fecundo de la vida digna, honrada y compartida.