Una tortuga laúd, perteneciente a la familia de los dermoquélidos, de unos dos metros de largo y 700 kilos de peso apareció muerta en la playa de Calella, en el Maresme barcelonés.

Son las tortugas marinas más grandes que existen y pueden nadar grandes distancias. Estos animales se alimentan de medusas y una de las principales causas de muerte se produce al ingerir plásticos que confunden con la fisionomía propia del alimento.

Según los biólogos de la zona, en el Mediterráneo “no se han avistado más de diez en 2.000 años”, por lo que se trata de un hallazgo sorprendente ya que este tipo de reptiles prefiere las aguas tropicales y subtropicales.