Por Alfredo Vergara

Hace pocos días, el gobierno de China informó al mundo que había decidido dejar de utilizar el dólar en sus transacciones internacionales bursátiles y financieras; actividades en las cuales solo utilizaría el Yuan, la moneda china.

Para hacer más espectacular el golpe, también anunció que los salarios a sus servidores públicos -que en la práctica son casi todos sus trabajadores- empezarían a pagarse en un 50% con dinero electrónico; el cual sería intercambiable con el Yuan en un tasa de cambio ‘uno a uno’.

El anuncio tomó de sorpresa a los países de Occidente y, en pocas horas, el Grupo Financiero Monex -especialista en analizar los mercados de criptomonedas, bitcoins, moneda digital y dinero virtual- predijo que esa proclama significaba el comienzo de la primera gran guerra monetaria en contra del dólar; guerra cuyo objetivo era colocar al Yuan Chino como la principal moneda para transacciones internacionales, lo cual desplazaría al dólar a un puesto secundario.

No obstante, el Grupo Financiero Monex parece ignorar que esta no es la primera vez que el dólar tiene que soportar un ataque internacional contra su supremacía.

Bastaría recordar que, en 1971, el Presidente Nixon decidió romper el compromiso mundial que Norteamérica tenía de entregar la treinta  y cincoava parte de una onza troy de oro, en intercambio por cada dólar que cualquier país decidiese devolver a los EE.UU.

Aquel rompimiento significó el fin del ‘Patrón Oro’, lo cual generó los más funestos vaticinios sobre el futuro del dólar y, casi de inmediato, la prensa empezó a mencionar varias de las monedas que podrían reemplazarlo. Por ejemplo, la Libra Esterlina, que era la moneda en uso más antigua del mundo; el Rublo, que desde los inicios del Siglo XX había reinado en los 15 países que entonces constituían la inmensa Unión Soviética; el Yen, que por más de dos siglos había impedido que ninguna otra moneda ingresase al Japón; el Yuan, por ser la moneda que usaba más de la cuarta parte de la población mundial; y, el Marco, el Franco, la Lira, el Florín y otras monedas muy bien cotizadas en Europa y en sus propios países, antes de que apareciese el Euro.

No obstante, ninguna de esas monedas logró en ningún momento rivalizar con el dólar como divisa internacional.

Desde entonces siempre he creído que el dólar es la moneda preferida porque es la que más confianza inspira. Y esto es así porque su valor depende de una política monetaria transparente, debido a que Estados Unidos siempre anuncia cuántos dólares emitirá y cuál será el nivel de su deuda, a qué tasas, a qué plazos y en qué condiciones.

A diferencia del Yuan chino; una moneda cuyo valor depende de los designios de un régimen opaco y autoritario.

Fuente: elcomercio.com