MIéRCOLES, 27 DE NOV

A 75 años de cuando Perón universalizó las vacaciones en Argentina

A través del decreto 1740 del 24 de enero de 1945, el entonces coronel y  secretario de Trabajo y Previsión amplió el derecho del que sólo gozaban los trabajadores del sector de comercio. La medida se complementó con diferentes políticas que produjeron la movilidad social ascendente.

Por Marcelo Chibotta

La subjetividad de la incipiente clase media y de la consolidada clase alta de la década de 1940 comenzó verse afectada después de que el “aluvión zoológico” irrumpiera en el escenario político–social de la Argentina el 17 de octubre de 1945.

Más allá de la distancia socioeconómica que existía entre estos dos sectores “incluidos”, algunas emociones desconocidas parecieron unirlos cuando apuntaban con una mirada recelosa e indisimulable hacia quienes comenzaban a orientarse a la conquista de derechos.

Ese 17 de octubre se produjo la sublevación del subsuelo de la patria, tal como ilustrara Raúl Scalabrini Ortiz, pero no se llegó a esa fecha histórica por obra de la casualidad ni de la espontaneidad.

Los humildes del país habían notado que un coronel del gobierno, instalado en 1943, se había puesto a trabajar en políticas que los favorecían desde la oscura oficina de Trabajo del Estado nacional. Se trataba de Juan Perón, quien no dudó en jerarquizar esa dependencia pública al elevarla al rango de secretaría de Trabajo y Previsión.

Desde allí, Perón promovió varios decretos que favorecieron a esos sectores, los más despojados de derechos, y entre ellos, el 24 de enero de 1945, sancionó el nº 1740 que universalizaba la posibilidad de acceder a las vacaciones pagas, de las que hasta el momento gozaban solamente los trabajadores del sector de comercio.

El espanto y el rechazo de ver a los más humildes llegar a Mar del Plata, a algunas localidades cordobesas o a otros puntos turísticos y compartir el mismo espacio físico de esparcimiento, comenzó a ser moneda común y aquellos sectores que venían gozando de la exclusividad elitista, seguían sin entender que había una Argentina que empezaba a expresarse, y que era la de los olvidados.

El mojón colocado por ese decreto fue la piedra angular de lo que después vendría, cuando Perón asumiera la presidencia del país en febrero de 1946 y siguiera con las mismas políticas que habían empezado a reivindicar una vida digna para los que la pasaban peor.

Las playas y los lugares de esparcimiento perdían el atractivo que encontraban aquellos que disfrutaban de ellos, desde la casi obsesiva pretensión de pertenecer a espacios exclusivos.

Las posteriores políticas del gobierno peronista que dieron lugar a la creación del “turismo social”, produjeron que estos sectores, ya visiblemente incómodos con la convivencia con la «chusma», emigraran hacia otros horizontes para vacacionar, como por ejemplo hacia los apacibles bosques de Pinamar.

“La retórica justicialista era rotunda en un punto: no había barreras para el acceso de los trabajadores a estos bienes, hasta ahora, que afirmaban vedados”, escribió al respecto la historiadora Elisa Pastoriza.

Además, Pastoriza agregó al respecto de la transformación de la icónica localidad balnearia: “Esta ciudad marítima tenía un denso peso simbólico y en ella estaban escenificadas la mayoría de las prácticas presentadas como la imitación perfecta de aquello que ‘hasta ahora’ había estado reservado para los privilegiados”.

Las vacaciones no estaban solas

Haber firmado el decreto 1740 sin que fuera acompañado por otras medidas que lo contextualizaron y le dieran vida, hubiera sido un fracaso.

La materialización del acceso a las vacaciones pagas tuvo que ver también con otras medidas que elevaron la calidad de vida de los trabajadores, como la sanción del Estatuto de peón de campo, las mejoras salariales, el aguinaldo, las jubilaciones, la libertad de sindicalización y los límites a las jornadas laborales, entre otras.

Las vacaciones pagas y el turismo social se convirtieron así no solo en una cantidad de días de descanso para disfrutar de los trabajadores argentinos, sino que se constituyeron en una herramienta fundamental a través de la cual se dinamizó la producción y el desarrollo.

La construcción de hoteles y de rutas, la realización de obras de reparación y de acondicionamiento de los lugares destinados a vacacionar, como así también la búsqueda de nuevos horizontes de descanso y esparcimiento a través del turismo social, fueron parte de un momento de la historia argentina en el que el pueblo todo, pero principalmente los trabajadores, vieron colmadas sus expectativas de llevar a cabo una vida digna.


https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto_ley-1740-1945-295106

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