Fuente: Agencia Telam

El 26 de julio de 1952 es una fecha gravada a sangre y fuego en el inconsciente colectivo argentina. A las 20.25, fallecía María Eva Duarte de Perón, provocando un dolor y un desasosiego pocas veces visto. Los 69 años de su desaparición física, contrastan con su constante vigencia como «símbolo de la lucha social» que ha «logrado traspasar generaciones que no la han conocido», enfatizan quienes reivindican su figura,  figura que «enarbola sus ideas y su actividad militante» a favor de los más vulnerables, y que en el tremendo contexto de la pandemia, cobra más vigencia que nunca.

La joven, que empezó siendo actriz y terminó convirtiéndose en una de las mujeres más importantes de la historia argentina, q falleció a los 33 años de un cáncer de cuello uterino, nació el 7 de mayo de 1919 en el seno de una familia humilde de Los Toldos, una localidad rural bonaerense, a 300 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Con solo 15 años migró a la Capital Federal para luego ser una reconocida actriz de teatro, radioteatro y cine. Pero también en los primeros años de la década del 40, daba sus pasos iniciales en la actividad sindical como afiliada a la Asociación de Actores Argentinos y luego, en 1943, como presidenta de la Asociación Radial Argentina.

En esos tiempos, Evita asistió como personalidad destacada de la cultura nacional a una actividad benéfica para los damnificados del terremoto de San Juan y allí conoció al entonces coronel Juan Domingo Perón, que ocupaba la secretaría de Trabajo y Previsión. Desde entonces formaron una pareja que, con un especial amor y lealtad, logró llegar a la Presidencia de la Nación y además algo que muy pocos consiguen: conquistar el sentimiento de los sectores populares que aún perdura.

La vigencia de Evita

La socióloga e investigadora de la Universidad Nacional de Luján, Florencia Cendali consideró que «Evita es la imagen de la lucha por la igualdad y la dignidad y por eso fue, es y seguirá siendo la referente para los militantes. Es la referente de la justicia social, garantizando derechos y achicando la brecha con los sectores privilegiados».

«Este año se cumplen 70 años de la primera vez que las mujeres votamos en la Argentina. Achicar los privilegios del modelo patriarcal no estaba en agenda a mediados del siglo XX. Por eso, Evita es el símbolo de la lucha y la visibilización política de las mujeres como sujeto político, no sólo por el derecho a votar, sino por empoderarnos para transformar nuestras vidas», apuntó.

Otro de los aspectos que resaltó la socióloga sobre la gestión social de Evita fue la formación para la salud pública, por lo que señaló que «en el desafío de repensar la salud universal e integral en estos tiempos, debería incluir el análisis del proyecto de la Escuela de Enfermería de la Fundación Eva Perón, enmarcada en el plan de salud pública integral que lideró el primer ministro de Salud de la Argentina, Ramón Carrillo».

La diputada nacional por la ciudad de Buenos Aires y precandidata a renovar su banca por el Frente de Todos Gisela Marziotta opinó que «Eva Perón fue, es y será el ejemplo de la militancia feminista. Eva fue la mujer que logró imponer la agenda de género en el primer gobierno feminista de la Argentina que fue el gobierno de Juan Domingo Perón».

«Evita luchó incansablemente y logró que las mujeres podamos votar y que tengamos nuestro DNI. Evita fue, es y será la primera militante porque entendía la política como el ejercicio de resolver problemas para cambiar la vida de las personas», indicó.

Sobre el espíritu que inspira a los militantes, la diputada nacional y vicepresidenta del Partido Justicialista, Cristina Álvarez Rodríguez, manifestó que «Evita nos anima a construir el futuro y está más vigente que nunca porque hoy la necesitamos más que nunca».

«Atravesamos una triste y difícil pandemia que nos confirma la importancia de un Estado presente con la sensibilidad suficiente para identificar cuáles son los sectores que más lo necesitan», agregó.

Álvarez Rodríguez, sobrina nieta de María Eva Duarte, resaltó que «desde la profunda indignación que le provocaba cada expresión de la desigualdad, Evita construyó política y expresó una de las verdades más sensibles de nuestra historia: ‘donde existe una necesidad, nace un derecho'».

La legisladora porteña del Frente de Todos y sobrina nieta del expresidente Héctor Cámpora, Lucía Cámpora, manifestó que «Eva dejó un legado que es inconmensurable que además se va revitalizando, actualizando y fortaleciendo todos los días», por lo que «está más presente que nunca».

«En Eva vemos una dirigente política que incluso, muchas veces, se invisibiliza detrás de la idea de líder espiritual y de una figura más ligada a lo emocional, pero creo que la pasión y el amor de Eva van de la mano de ideas muy firmes, del ejercicio de un liderazgo político de convicciones y estrategias para fortalecer al peronismo y expandir las fronteras del movimiento nacional y popular», señaló.

En el contexto de crisis sanitaria, la subsecretaria de Políticas de Inclusión del Ministerio de Trabajo y precandidata a senadora provincial por Salta, Pamela Ares (FdT), aseveró: «Hoy el Gobierno, con una profunda vocación humanista, cristiana y peronista, cuando mira la justicia social lo hace con un enfoque de género, de igualdad, con un enfoque de crecimiento, y sabiendo que para crecer necesitamos igualdad».

«Allí está el legado de Evita, que quedó profundamente arraigado en la memoria de los que hoy somos dirigentes y militantes peronistas», destacó.

En esa línea, la diputada bonaerense y secretaria general del gremio rural (UATRE) regional San Vicente, Natalia Sánchez Jáuregui (del Partido FE), planteó que «el recuerdo permanente de Evita nos convoca siempre a trabajar por los que más sufren, por lo más humildes, los más vulnerables y nos marca, sin dudas, el camino que debemos seguir».

La palabra en carne viva

La palabra fue para María Eva Duarte de Perón, una herramienta con la que dar cuenta de la realidad y construir una presencia. Y también, por qué no, un acto de amor.

Los discursos de Evita, ya orales, ya escritos, fueron contribuyendo a crear una identidad, un imaginario, una utopía que terminó por trascender al peronismo. Desde que en un acto para ayudar a las víctimas del terremoto que arrasó a la ciudad de San Juan en enero de 1944 conoció al entonces Secretario de Trabajo y Previsión Social, Juan Domingo Perón, la palabra creció a la par de su militancia política.

Expresiones como “mis grasitas”, “mis queridos descamisados” o “compañeras trabajadoras” irrumpieron en el discurso público, resultando disruptivas para la verba anquilosada de “la política de los políticos”. Además, corrieron el velo que invisibilizaba a trabajadores, mujeres, campesinos y marginados.

En sus intervenciones a través de la radio, en actos públicos o mediante escritos, “la abanderada de los humildes” apelaba a la lealtad, a la clase, a lo nacional y a los derechos de las mujeres, designando de manera clara el campo “amigo/enemigo” y apelando a un tono épico (lucha, desprendimiento, solidaridad), emotivo (amor, muerte, sufrimiento) y poblado de imágenes, algunas grandilocuentes, muchas otras simples y cotidianas.

Cinco momentos de la vida política de Eva, vistos a través de sus intervenciones discursivas, pueden resultar significativos para recorrer su historia. También para dar cuenta del oficio de la palabra. Cinco textos que recuperamos de los orginales publicados por la Biblioteca del Congreso de la Nación en 2012 bajo el título de “Eva Perón. Discursos”.