Hace 67 años, los generales del Ejército Juan José Valle y Raúl Tanco lideraron -el 9 de junio de 1956- un levantamiento armado que intentó reponer a Juan Domingo Perón como presidente constitucional de la Argentina, y que la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu sofocó con una masacre en la que fueron fusilados 18 militares y 13 civiles.

Nueve meses antes, un golpe de Estado había derrocado a Perón e instaurado un régimen cívico militar autodenominado como «Revolución Libertadora».

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El general Eduardo Lonardi, un nacionalista católico que había asumido la Presidencia tras el golpe, resultó desplazado en noviembre de 1955 por el tándem que formaban Aramburu y el almirante Isaac Rojas, quienes aspiraban a profundizar la desperonización del país.

El movimiento de oposición combinará la acción de comandos de militantes y militares peronistas con la acción de la clase trabajadora, y pasara a la historia como la Resistencia Peronista. El general Juan José Valle con Raúl Tanco fueron quienes encabezaron la rebelión.

La noche del 9 de junio de 1956, en un departamento de la calle Hipólito Yrigoyen 4519 en la localidad de Florida (Vicente López), un grupo de militantes peronistas se había juntado esperando el levantamiento, mientras, jugaban a las cartas y escuchaban por radio una pelea de box: Juan Torres, Carlos Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez, Mario Brión, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Rogelio Díaz y Juan Carlos Livraga (no pertenecía al comando y solo había ido a escuchar la pelea).

A las 23.30 irrumpió en la casa la Policía en búsqueda del general Tanco. Al frente del allanamiento se encontraban el teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, flanqueado por el inspector Rodolfo Rodríguez Moreno y el subjefe inspector Cuello.

En la confusión Torres es el único que logra escapar, mientras que el resto es detenido. Junto a ellos será detenido también Miguel Ángel Giunta, que se encontraba en la casa vecina.

Los diez detenidos fueron trasladados a la Unidad Regional San Martín, donde se sumaron otros dos detenidos, Julio Troxler y Reinaldo Benavidez quien fue capturado posteriormente en la casa de Hipólito Yrigoyen.

Amenazado por el poder del movimiento revolucionario, Aramburu implantó la ley marcial mediante el decreto N°10.362/56 donde se establecía que: “Todo oficial de las Fuerzas Armadas en actividad y cumpliendo actos de servicio podrá ordenar juicios sumarísimos con atribuciones de aplicar o no la pena de muerte por fusilamiento a todo perturbador del orden público”.

Sobre la base de este decreto se ordena el fusilamiento de los protagonistas del frustrado levantamiento, que había sido aplastado por el gobierno militar.

Los doce detenidos fueron trasladados a los basurales de José León Suárez. Varios de los detenidos intentaron huir, mientras los policías abrían fuego. Gavino, Diaz, Troxler, Benavídez y Giunta logran huir. Livraga, Di Chiano se tiraron al piso y se hicieron los muertos. Los otros cinco fueron asesinados. 

La historia permaneció oculta hasta que Rodolfo Walsh la contó en su libro Operación Masacre, en base al relato de los sobrevivientes.

Tres días más tarde, el 12 de junio, el General Valle fue fusilado junto a 26 personas más. Sus restos descansan en el cementerio de Vicente López.

La clase obrera bautizará a la dictadura de la Revolución Libertadora como la Revolución Fusiladora y, lejos de amedrentarse, la combatirá con todas las energías disponibles, incluso contra la voluntad de Perón y los dirigentes políticos y sindicales del peronismo que intentaron siempre limitarla.