Hoy se cumplen 46 años de aquel 20 junio de 1969, en el que gran parte de la humanidad vio por televisión cómo el módulo lunar tocaba un suelo polvoriento, que al día siguiente sería transitado por el paseo de los astronautas Neill Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin. Michael Collins, el tercer viajero lunar, comandaba las operaciones dentro de la nave.

La carrera espacial, en el marco de la guerra fría, tendría así un momento glorioso para Estados Unidos ya que el país americano debía mostrar al mundo la llegada a la luna antes que su gran adversario surgido después de la segunda guerra mundial, la Unión Soviética.

Presidía el país norteamericano Richard Nixon y la misión denominada Apolo 11 despegó de la tierra el 16 de junio, cuatro días antes del alunizaje y cinco antes de que Armstrong dejara su frase más famosa cuando al poner el pie en el satélite, manifestó que daba «un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad».

Luego de clavar la bandera estadounidense en el suelo lunar, se produjo una conversación telefónica entre Nixon y Armstrong en la que entrecruzaron el siguiente diálogo:

“Hola Neil y ‘Buzz’, les estoy hablando por teléfono desde el Despacho Oval de la Casa Blanca y seguramente ésta sea la llamada telefónica más importante jamás hecha, porque gracias a lo que han conseguido, desde ahora el cielo forma parte del mundo de los hombres y como nos hablan desde el Mar de la Tranquilidad, ello nos recuerda que tenemos que duplicar los esfuerzos para traer la paz y la tranquilidad a la Tierra. En este momento único en la historia del mundo, todos los pueblos de la Tierra forman uno solo. Lo que han hecho los enorgullece y rezamos para que vuelvan sanos y salvos a la Tierra”.

A lo que el astronauta contestó: “Gracias, señor presidente, para nosotros es un honor y un privilegio estar aquí. Representamos no solo a los Estados Unidos, sino también a los hombres de paz de todos los países. Es una visión de futuro. Es un honor para nosotros participar en esta misión hoy.

Luego de la misión, el regreso se produjo el 24 de julio cuando la cápsula de regreso tocó el océano Pacífico tras exactamente 8 días, 3 horas, 18 minutos y 35 segundos después de que el cohete Saturno V abandonara la rampa de lanzamiento hacia el único satélite terrestre.

Dudas y montajes

Más de 600 millones de personas observaron por televisión pero aún resuenan algunas posturas que niegan la efectiva presencia del hombre en la luna.

Así, Bill Kaysing, ex empleado del Departamento de Publicaciones de Rocketdyne (empresa contratista de la Nasa), publicó en 1976 un libro que lleva por título “Nunca fuimos a la Luna” que fue una de las primeras expresiones disidentes de la versión oficial del hecho.

Por su parte, el cineasta y periodista de investigación Bart Sibrel, afirmó que los alunizajes realizados desde 1969 hasta el año 1972 fueron montajes y en un programa de la cadena Fox dijo que apostaba su vida a que el hombre nunca fue a la luna.

Sectores de la comunidad científica espacial niegan las posturas de Sibrel y en ocasiones se negaron a concederle entrevistas.

En este sentido, quien accedió oportunamente a ello fue Buzz Aldrin, aunque de alguna manera “engañado” por haber sido citado para hablar para un programa infantil de la televisión japonesa. Allí, Sibrel lo sorprendió y le pidió que jurara sobre la Biblia que había caminado en la luna. Ante la negativa del ex astronauta, Sibrel lo trató de mentiroso, cobarde y ladrón, razón por la cual la respuesta de Buzz tuvo como inicio su puño y como destino el mentón del periodista.

Un video inquietante fue producido por Bart Sibrel y en el mismo expone temas que terminaron  siendo controversiales, ya que desde uno  y otro lado sostienen la veracidad o no de los hechos, esgrimiendo argumentos encontrados.

Por otra parte, Neil Armstrong, quien se negó sistemáticamente a dar entrevistas, accedió a la que fuera su reportaje póstumo en Australia y sobre las dudas planteadas sobre la veracidad de la misión, afirmó que «la gente ama las teorías de la conspiración», y agregó: «Quiero decir que son muy atractivas. Pero nunca supusieron un problema para mí, porque sé que un día alguien va a volar de nuevo hasta la Luna y recogerá la cámara que dejé allí».