Usurparon el poder el 24 de marzo de 1976 y a partir de allí, hasta la recuperación de la democracia en 1983, fue pura violencia y dolor para los argentinos. Acusados de perpetrar violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, hoy se cumplen 30 años del inicio del histórico juicio a las Juntas Militares.

En la temprana democracia, el Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) sería el punto de partida de un proceso judicial excepcional donde se sentenció a las tres primeras Juntas Militares. Así, el 22 de abril de 1985, la Cámara Federal inició el histórico juicio que terminó en diciembre de ese año con la condena del genocida Jorge Rafael Videla y otros cuatro ex comandantes.

Fue en la Sala de Audiencias de la Cámara Federal, presidida por un enorme crucifijo y un vitreaux con la inscripción “afianzar la Justicia”, donde se inició el proceso con escasos antecedentes en el mundo.

El juicio se instruyó sobre los datos relevados por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), creada por el entonces presidente Raúl Alfonsín el 15 de diciembre de 1983, cinco días después de asumir, y cuyo informe bajo fue entregado el 20 de septiembre del año siguiente.

La investigación de la Conadep constató en 1984-85 la desaparición de “cerca de nueve mil” personas, precisó entonces su presidente, Ernesto Sábato, en el prólogo del libro que divulgó el informe final bajo el título de “Nunca Más”.

Además de recibir e investigar las denuncias de secuestros y otros crímenes de la dictadura, la Conadep aportó un modo de ordenar la acusación y las responsabilidades de la represión terrorista de Estado por centro clandestino de detención.

Este criterio de agrupamiento fue asumido por la Cámara Federal que juzgó a las Juntas y también por la Fiscalía, integrada por Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo, que concluyó su alegato final con la exhortación al “Nunca más”.

Integraban la Cámara Federal los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanian, Jorge Valerga Aráoz, Guillermo Ledesma y Andrés D’Alessio.

Años más tarde, en diciembre de 1990, los represores que fueron condenados en este juicio se vieron beneficiados por los indultos que dictó el ex presidente Carlos Menem y quedaron en libertad. Sin embargo, la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, y la decisión de la Corte Suprema de Justicia de declararlas inconstitucionales los volvió a sentar en el banquillo de los acusados.

En 1985, tras el juicio, motorizado por el Poder Ejecutivo Nacional, a cargo del entonces presidente Raúl Alfonsín, fueron condenados los generales Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola; los almirantes Emilio Eduardo Massera y Armando Lambruschini; y el brigadier Orlando Ramón Agosti, los tres integrantes de la primera de las juntas y dos de la segunda.

Durante el juicio, se escucharon numerosos testimonios y se consideraron las presentaciones de los gobiernos de Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza sobre ciudadanos de esas naciones desaparecidos en la Argentina.

Si bien algunas detenciones, como la de Videla, fueron a cadena perpetua, la detención efectiva de todos ellos fue desde el 5 de marzo de 1985 hasta que se los incluyó en el indulto dado por Carlos Menem el 29 de diciembre de 1990 a 216 militares condenados por diferentes causas.

Las sentencias fueron dictadas por la Cámara Federal el 9 de diciembre de 1985 tras 900 horas de audiencias entre el 22 de abril y el 14 de agosto de 1985. En la Sala de Audiencias se tomó declaración a más de 800 personas en una sucesión de testimonios que exhibieron ante la opinión pública contornos escalofriantes de una de las etapas más oscuras en la vida del país.

Hoy día una segunda etapa todavía abierta, iniciada en 2003 con la derogación de aquellas leyes y profundizada en 2006, con la declaración de inconstitucionalidad de los indultos, volvería sobre la investigación de esos crímenes para habilitar nuevamente la acción de la Justicia.

Ese día se celebró que la democracia naciera en nuestra tierra apoyada en los pilares de Memoria, Verdad y Justicia. No olvidar.