El secretario general de la Asociación Bancaria (AB), Sergio Palazzo, aseguró que las consecuencias del avance tecnológico conducirá al 20 por ciento del desempleo global en 2035 y al 40 por ciento en 2050, por lo que «el mundo enfrenta un fenómeno de magnitudes denominado cuarta revolución industrial», según también convino la ONU.

Al exponer en la 5° Conferencia Mundial de la UNI Finanzas en Torremolinos, España, el dirigente gremial afirmó que esa cuarta revolución tecnológica es «la amenaza más seria, importante e impostergable sobre los puestos laborales», y enfatizó que economistas, empresas y organismos internacionales «no tienen ni la más remota idea de cuál será el impacto de la tecnología en el empleo», según expresó un comunicado de prensa.

«Se procura generar miedo para inmovilizar, a fin de que los trabajadores sean presa fácil y sumisa de la reducción de derechos. Hay que buscar soluciones a la digitalización. A partir de una economía que genera trabajo, habría que plantearse la diferencia entre un lavarropas y una plataforma como Uber, y está en el mundo laboral. La innovación generó miles de empleos bien pagos, con seguridad social y de tiempo completo», expresó.

Para el dirigente, ni el lavarropa ni la computadora llegaron para destruir empleos, pero al aparecer el avance tecnológico y la digitalización como principal herramienta, miles de trabajadores tienen trabajo precario y se afecta aquel bajo negociación colectiva, dijo.

«La tecnología termina usándose como excusa para precarizar empleos, debilitar sindicatos, disminuir derechos y bajar costos para maximizar rentabilidad empresaria. Eso no es modernizar sino precarizar. En el sistema financiero, uno de los riesgos es la banca sin efectivo, dinero físico con la imposición de billetera electrónica. Las migraciones digitales provocan cierre de sucursales, provocando 300 mil despidos», puntualizó.

Por último, indicó que la ausencia de regulación y control de activos financieros, como las Fintech y la banca en las sombras, provoca que casi «el 40 por ciento de los activos financieros esté afuera del circuito de regulación, lo que puede afectar los puestos laborales, el propio sistema financiero y la misma macroeconomía», concluyó Palazzo.