El Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) aseguró hoy en un informe que las plataformas de reparto o delivery en el Area Metropolitana Buenos Aires (AMBA) comparten características en «sus formas de inserción en el mercado, en el origen externo de sus capitales, en sus modos de organización y gestión de las tareas y en la manera de explotar y precarizar a los trabajadores».

El ensayo «Trabajadores de plataformas en Argentina. La lucha en tiempos de pandemia» sostuvo que esas firmas desconocen «cualquier tipo de relación y regulación laboral», como PedidosYa, Rappi y Glovo, autodenominadas ‘plataformas colaborativas’ que proveen servicios de reparto y mensajería.

«Hay unos 160 mil trabajadores de plataformas digitales en todo el país, incluyendo las aplicaciones de transporte como Uber o Cabify, de los cuales unos 60 mil son empleados de reparto», según indicaron en 2019 el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), afirmó el CEM.

Según el ensayo, los trabajadores de reparto tienden a ser más educados que la población ocupada general; casi 4 de cada 5 empleados de plataformas digitales son hombres con una edad promedio de 38 años y, el empleo en la plataforma es la principal fuente de ingresos para el 60 por ciento de los consultados.

«Ese personal de reparto o delivery fue declarado esencial en la pandemia de coronavirus, pero no se considera héroe sino que exige insumos de seguridad», según la Asociación del Personal de Plataformas (APP), sindicato inscripto en el Ministerio de Trabajo en 2018 que aguarda todavía la personería gremial.

El más activo de los sindicatos vinculado a la actividad, con personería gremial, es la Asociación Sindical de Motociclistas, Mensajeros y Servicios (Asimm), agregó.

El ensayo del CEM puntualizó también que «la salud es una clara faceta de la inseguridad de la profesión, porque además de la desprotección frente al virus existen los accidentes de trabajo y el desgaste que supone la tarea física y el aire contaminado, lo que los expone 2 y 3 veces más a los gases que los peatones».

«Las relaciones laborales en el sector no son tradicionales. Los lugares de trabajo no constituyen el típico empleo industrial fordista. No existe una jornada mínima de horas de servicio predeterminada y se utilizan medios tecnológicos en los que operan dudosas combinaciones algorítmicas de premio/castigo y asignación de tareas y remuneraciones. Los intercambios dentro de las plataformas enmascaran además la externalización de los costos comerciales en el personal», enfatizó.

Los trabajadores deben tener las herramientas laborales para cumplir las tareas: smartphone con ciertas características, bicicletas o motos y, el empleador, «no está de forma clara identificado físicamente», en tanto las plataformas refuerzan el concepto de trabajador autónomo y tienden a incorporar personal por cuenta propia como asociado o colaborador, lo que generó no pocas polémicas, concluyó.

El CEM es un centro interuniversitario que surgió de un acuerdo entre la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y su par de Hurlingham.