Por Alberto Buela

Corrían los años 80, 81, la CGT tenía 4 secretarios generales: Ubaldini, Triaca, Baldacini y Borda, yo era más amigo de este último, porque estaba en el sindicato del caucho de la Av. Congreso. Borda hacía unos años le había ganado el sindicato a Roberto García -que era el secretario general-, a Borda lo apoyó Vandor, y a Roberto García lo apoyó Perón. Y Borda igual se lo ganó al sindicato, después Roberto García, un hombre muy inteligente, uno de los fundadores de los 25, se creó el sindicato de taxistas. Por otro lado también, yo tenía buena relación con Ubaldini, porque Ubaldini era de Huracán -como yo- y compartir los colores del club te da cierta camaradería, éramos todos tipos jóvenes y era un gran bullicio todo.

Bueno, se da la circunstancia de que viene Enzo Frisso (El Tano) que era de la Ciols (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres),  y del sindicato de gaseosos y propone que la CGT se adhiera a la Internacional. Y entonces se juntan, la conducción de la CGT -y yo participé-, y le dicen ‘mirá Enzo; nosotros somos peronistas, ni social demócratas, ni liberales, ni demócratas cristianos, nosotros somos peronistas. Y él Tano dice -un tanto enojado-, ‘no, ustedes tienen que participar, y le arroja 4 pasajes para ir a la reunión de la internacional en Bruselas sobre la mesa. Cuando se fue el Tano Frisso, Ubaldini, Bandacini, Triaca y Borda se plantean; bueno ¿qué vamos a hacer? No, no vamos a ir, concluyen.

Entonces a mí se me ocurrió, luego de recordar que hacía unas semanas le había escrito a un profesor de Francia, un capo de La Sorbona, para ver la posibilidad de ir a cursar un seminario -porque yo era profesor de filosofía y licenciado de la UBA- como para sumar una papeleta más. Le había comentado a mi esposa. Y los muchachos me dijeron bueno te damos el pasaje de ida, después el de vuelta te los mandamos, uno de los 4 pasajes, los otros 3 por supuesto los muchachos los vendieron porque no había guita, nadie ponía.

Me dieron el pasaje, el gordo Borda me dio unos pesos también, me consiguieron unos francos franceses, y allá salí. Salí en un vuelo de la compañía que se llamaba LAP (Líneas Aéreas Paraguayas) eso era una paloma, un desastre, porque Paraguay tenía uno o dos aviones que habían comprado los alemanes que residían en Paraguay, que hay un montón, la colectividad alemana había comprado 2 aviones para ir de Asunción a Frankfurt.

Entonces salió de Asunción, paró en Buenos Aires (ahí lo tomé yo), de Buenos Aires hizo escala en Brasil, luego a Dakar, de Dakar cruzó Madrid, de Madrid fue a París, y en París me bajé yo, después me tomé un tren para Bélgica, por supuesto con 2 mangos y un bolsito.

Así que cuando llegué, luego de todo ese periplo, el Tano Frisso me recibe y yo llevaba las declaraciones que había redactado en francés, y que decían que nosotros nos adheríamos a la Internacional pero que no nos afiliábamos. Cuando le traduje al Tano lo que decía se puso como loco. Pero cómo, recuerdo que dijo. ¿Y entonces para qué viniste?

Y no me quedó otra que decirle: ‘Como te dijeron ellos, son peronistas y como te dijeron ellos, no quieren meter a la CGT en una Internacional que no corresponde. Ahí el Tano Frisso estuvo bien, me trató bien, y vio que yo estaba totalmente en bolas, que no tenía nada ni para viajar, así que bueno me quedé unos días en Bélgica, hice todo lo que tenía que hacer y me fui a París, en París lo fui a ver a este profesor, yo había hecho carta para la Casa Argentina que me recibieron, pero la verdad que era una sensación fea, yo me quería volver, de estar en un país extranjero con una lengua extranjera que yo la manejaba porque el francés lo manejaba, pero no quería quedarme, con decirte que estuve 4 o 5 días con la valija sin desarmar, intenté hablar pero en aquel entonces no se podía hablar. Hasta que al final logré hablar con Borda, y le dije que me quería volver, y me acuerdo Borda me dijo: ‘¡Mirá, lo que no hagas ahora estando allá no lo vas a hacer nunca más en la vida, vos ahora tragás amargo y escupís algo dulce, y estudiás todo lo que tenés que estudiar, y les mostrás a los franchutes que vos sos un hombre inteligente y un hombre de la CGT!’

Así que bueno, me mando unos pesos, porque yo no tenía plata, como siempre, eso no cambió, no tengo ahora, que es la edad donde tendría que tener, imaginate. Entonces a través de un corresponsal de Clarín en París, Enrique Oliva, me mandó unos pesos, entonces lo fui a buscar a este profesor en La Sorbona. Me acuerdo que había como 20 tipos en el corredor de La Sorbona que es muy ancho, debe ser como 3 corredores nuestros, es un edificio anchísimo porque es un edificio de la edad media. Y ahí lo vi, y había como 50 personas esperándolo, entre ellos un argentino, Néstor Cordero, que me dice ‘loco aquí hay que esperar, yo hace 2 años que lo estoy esperando para hablar’. –‘¿Dos años? Pero boludo yo me quiero volver, me quiero volver dentro de 3 o 4 meses’. Entonces lo codee a uno, empecé permiso, permiso, lo tenía a 30 metros hasta que me acerqué. Pierre Aubenque, estaba con un guardapolvo, un sobretodo negro, un portafolio negro gigante, entonces voy como para chocármelo y le digo Messie Aubenque, y le hablo en francés: ‘Yo soy el indio americano blanco (con ese seudónimo había firmado la carta de presentación). Me mira el tipo y se para, era de mi altura. Mire usted, me dice. ¡El indio americano blanco! ¿Messie Buela? ¡Si! Le contesto. Entre conmigo, me dice.

Cuando iba entrando me di vuelta, les hice un corte de manga a todos los que estaban esperando. Ahí empezó todo, porque encontré a un gran profesor que quise mucho, casualmente murió este año, en febrero. Yo lo visité el año pasado y la verdad que ha sido el más grande estudioso de Aristóteles en el siglo XX, así que me quedé, hice la licenciatura todo ese año, y entonces después me inscribí al doctorado.

Al terminarlo Aubenque me dice: ‘Bueno usted tiene hijo, tiene esposa, ahora se vuelve, les da las gracias a los amigos de la CGT, porque la CGT de su país se portó muy bien, porque la CGT de Argentina no es la CGT de Francia, esta es una porquería, se nota que son buena gente. Así que usted se vuelve, redacta esta tesis en Argentina y en 1 o 2 años, cuando termina, me la manda, se la corrijo, y viene a hacer otro año de seminario de doctorado’. Me volví a Argentina. En el 84 regresé a Francia ya con un pasaje pagado, no me acuerdo quien lo pago, seguro que no fui yo, y viajé a Francia y me quedé un año haciendo el seminario, el doctorado y finalmente me recibí de doctor en Filosofía de la Sorbona de París, el 15 de diciembre de 1984. Y ahí nomás me tomé el avión y volví. ¡Salute!