El 29 de junio de 1987 se conoció la profanación de la tumba del líder justicialista. A casi cuatro décadas del hecho no se encontraron los culpables de un hecho motivado por el más absoluto odio político.
El cuerpo de Joseph Ratzinger fue depositado el jueves pasado en la tumba en la que ya estuvo su antecesor Juan Pablo II, luego del funeral en su honor presidido por el papa Francisco.
Un hombre que circulaba por el lugar advirtió restos que a simple vista parecían óseos. Tras el aviso del hallazgo, autoridades trabajaron en el lugar y estimaron que los restos podrían ser de una mujer de principios del Período Tardío.
El can acompañaba a su amigo a llevarle flores a su esposa al cementerio de Cañuelas hasta que el hombre también murió. Ahora, vive en el lugar al lado de la tumba de sus dueños.
El busto del ex titular de la CGT asesinado en 1973 fue robado, al tiempo que las lápidas y placas que estaban a su alrededor también fueron destruídas. La central obrera respondió con un fuerte comunicado.
Las obras de renovación comenzaron en mayo de 2016 para consolidar el edículo o templete de mármol y devolverle su color original. Lo desmontaron completamente y lo reconstruyeron a imagen y semejanza de lo que era.
Según señaló la administradora del cementerio, la gran piedra gris donde se guardan las cenizas del líder cubano es visitada por un promedio de 2.000 cubanos y extranjeros por día.