Mientras que 76 de los drones fueron derribados por las defensas aéreas ucranianas, un centenar de éstos perdieron su rumbo por interferencias electrónicas enviadas desde Kiev. En tanto, las baterías antiaéreas rusas derribaron 39 de estos aparatos lanzados por Ucrania.
El paso de precaución se produjo después de que los funcionarios rusos prometieron una respuesta a la decisión del presidente Joe Biden dejar que Ucrania ataque objetivos en suelo ruso con misiles fabricados en Estados Unidos, un movimiento que puso sobre alta alerta al Kremlin.
El alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Alexei Polischuk, advirtió que “la seguridad de Ucrania no se confunda con la prosperidad del régimen de Kiev, puesto que él mismo representa una amenaza para la seguridad de la nación y de sus ciudadanos”.
Varios misiles ucranianos fueron lanzados contra la ciudad rusa de Bélgorod y uno de ellos alcanzó a una guardería, que fue destruida en su totalidad. En el ataque cinco civiles murieron y 46 personas resultaron heridas, entre ellas, siete menores.
Anatoly Antonov denunció que desde el país norteamericano “intentan transferir la culpa completamente a sus títeres ucranianos, aunque son plenamente conscientes de que Kiev no dará un paso sin el permiso de Washington».
