Las exportaciones del Reino Unido con destino a la Unión Europea cayeron un 68% en enero, una cifra que generó preocupación en algunos sectores, que temen que los números empeoren más aún en julio, cuando se empiecen a aplicar los controles británicos sobre mercancías de la UE.
A través de una carta abierta, unos 450 firmantes le pidieron al Gobierno de Boris Johnson que encuentren soluciones para que el sector prospere y le propusieron una próxima reunión para debatir el tema. Aseguraron que contribuyen "más al PIB del Reino Unido que las industrias pesquera, musical, cinematográfica, farmacéutica y automotriz juntas".
En el trasfondo de esta disputa está una de las cartas fuertes que usa el primer ministro británico Boris Johnson para elogiar al Brexit por el que tanto militó: la campaña de inmunización va a un ritmo acelerado.
Una encuesta de la Federación de Pequeñas Empresas del Reino Unido advierte sobre la alarmante situación que recorre al sector y revela que la cantidad de empresas que se encuentran al borde del colapso es la más alta desde la crisis bancaria de 2008.
Dos días después de que se concretara finalmente la salida del Reino Unido de la UE, la primera ministra ratificó su voluntad de celebrar otro referendo sobre el tema.
La situación fronteriza había quedada exceptuada en el acuerdo comercial y de movimiento de personas firmado entre Reino Unido y la UE esta semana, lo que implicaba que a partir de mañana se iban a restablecer controles.
El tratado, que entrará en vigor el 31 de diciembre a la medianoche, fue alcanzado el 24 de diciembre pasado, una semana antes del fin del plazo que las partes se habían dado luego de que el Reino Unido salió de la organización continental en enero pasado.
El funcionario expresó que esto debe interpretarse como "una señal más de respaldo de los países que hasta el momento menos se habían definido sobre el tema", aunque admitió que "no cambia la historia".
El pacto finalmente será menos ambicioso de lo que la UE aspiraba, pero permitirá una relación comercial sin cuotas ni tarifas a condición de que Londres asuma reglas igualitarias en materia de competencia y otras salvaguardas.
Si bien en términos macroeconómicos, para el Reino Unido la relevancia de la pesca es ínfima, ya que representa el 0,12% de su Producto Bruto Interno, la importancia política es enorme ya que las comunidades que se benefician de esta industria están concentradas geográficamente en las zonas costeras y pueden modificar el peso electoral en grandes ciudades y áreas.
La Oficina Nacional de Auditoría británica consideró que los comerciantes no están listos para los controles en las fronteras y que queda poco tiempo para que los puertos prueben los nuevos sistemas informáticos.
La iniciativa, impulsada por el Gobierno del primer ministro Boris Johnson y que ya obtuvo el visto bueno de la Cámara de los Comunes, desecharía los pactos comerciales sobre la frontera entre las dos Irlandas firmados con Bruselas a principios de este año durante las negociaciones de la salida del bloque.