Se trata de Norma Cabrera, una vecina que pagó con su salud y la de sus animales el embate ecocida del agronegocio. Después de lograr el alejamiento de las fumigaciones de su hogar, hizo de su huerta una trinchera informativa que busca concientizar a las nuevas generaciones. “Desde la huerta Resistiré difundimos no solo un mensaje de lucha, también de esperanza”, indicó.
Norma Cabrera le dio vida a un maravilloso emprendimiento agroecológico. Esta valiente mujer que sufre en carne propia los venenos que utiliza el agronegocio, hizo de la resiliencia un culto que nos invita a creer en un necesario cambio de paradigma
El modelo productivo sigue golpeando fuerte en la calidad de vida de aquellos que no se resignan a vivir envenenados. “No voy a bajar los brazos hasta que me dejen de fumigar”, le dijo a Conclusión Norma Cabrera.
