A pesar de ser considerado el gran referente del funk local, aunque prefiera definir como acid jazz o rhythm & blues a su estilo de música en caso de tener que elegir una etiqueta, Willy Crook afirmó que nunca tuvo “un casamiento fanático de género”.

En tal sentido, el músico destacó en charla con Télam que el haber sido parte de propuestas tan disímiles, como el caso de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Riff, Los Abuelos de la Nada o el Fontova Trío, entre otras, “sin dudas aportaron a consolidar una robusta promiscuidad de estilo” en su cabeza.

Toda esa información musical le dieron a este artista distintas herramientas para desarrollar una carrera solista en donde acusó recibo de las fuertes influencias de ritmos de raíz negra, tal como lo confirma una vez más con su nuevo disco “Lotophagy”, que será presentado el próximo viernes 20 de septiembre, a las 19, en la Sala Argentina del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK), junto a su banda los Funky Torinos.

Este trabajo, que presenta una remozada formación de los Funky Torinos, integrado por Juan Cava, en batería; Leonel Duck, en teclados; Esteban Freytes, en bajo; y Aimé Cantilo y Johanna Gandolfo, en coros; sucede a “X”, de 2017, que significó su regreso a la música luego de un prolongado silencio tras la edición de “Fuego amigo”, de 2004.

Poco antes de su presentación oficial en el CCK, con su habitual ironía, Willy Crook habló con Télam de su nuevo disco y reflexionó acerca del estilo musical que cultiva.

Télam: ¿Cómo fue el camino entre “X”, su anterior disco con el que regresó a la música, y “Lotophagy”?

Willy Crook: “X” fue una recopilación de temas postergados a modo de tributo a la música y al público. De todos modos, el silencio de diez años fue porque no tenía nada que decir y, felizmente no hable, cosa que hago cuando no sé que decir. El actual disco es resultado de diversos sucesos afortunados, el estímulo de haber armado un nuevo Funky Torinos, haber tenido estímulo para hacerlo y, de un modo inexplicable, tener ideas para desarrollar con ellos. Estoy contento con “Lotophagy”, el cual es un obsequio de buena voluntad a los «Lotofagos», nación que Ulises encuentra en su complicada vuelta a casa. Se alimentan exclusivamente de la flor de loto, que provoca un exitoso y completo olvido al ingerirla. Dado que mi memoria está en camino de olvidar bastante, pediré asilo entre esas gentes, antes que olvide hacerlo, como me sucedió con la música durante una temporada.

T: Funky Torinos cambia constantemente de integrantes sin perder su esencia. ¿Cómo define que un músico pueda ser parte de la banda?

WC: Tanto para unir voluntades en Funky Torinos como en cualquier sociedad espirituosa es indispensable tener y percibir en los otros el «como qué», artículo aún no definido por la ciencia visible ni oculta. Sólo sabemos que unos lo tienen y otros no.

T: ¿Vislumbra alguna nueva corriente musical que pueda reemplazar o complementar, si se quiere, lo que supone y transmite el funk?

WC: No puedo hablar por el género. Además, de etiquetar lo que hago, le pondría acid jazz, o directamente rythm & blues, primos hermanos del funk. Me gusta que los “funksters” me consideren, desde luego. Considero imposible reemplazar artistas como James Brown, Chic, Sister Sledge, Earth, Wind & Fire, que seguirán siendo reyes del baile en los siglos que le quede al planeta. Sí hay nuevos artistas a quienes el funk les hace fiesta como tu perro al volver a casa: Daft Punk, Anderson Paak, por ejemplo. Y otros seres y géneros de esta época que tienen el “cómo qué” con gran cercanía al soul: Thundercat, Moonchild, y el Vaporwave, como ejemplo.

T: Participó de bandas con estilos muy disímiles y que no se relacionan directamente con su carrera solista. ¿Qué siente que le aportaron?

WC: Aportaron a consolidar una robusta promiscuidad de estilo en mi cabeza, sin duda. Afortunadamente, jamás tuve un casamiento fanático de género. Patricio Rey fue una experiencia formidable. Y después de cuatro años en los que di y recibí todo lo artístico y filosófico posible, en un punto, en mi cabeza ardían diferentes bombos y hi-hats, bajos y cuerdas. Estoy muy orgulloso de haber sido parte y también de haberme ido cuando correspondía. En cambio, en el amor nunca logré una oportuna y elegante salida.