Por Hernán Natale- Telam

La banda británica Whitesnake y el grupo sueco Europe desplegaron anoche un enérgico hard rock de gran calidad durante gran parte de sus actuaciones y regalaron algunos momentos de nostalgia, a partir de la interpretación de algunos de sus más grandes y recordados hits, en el concierto que brindaron en el porteño Campo Hípico del barrio de Núñez.

En una noche que resultó un verdadero deleite para los amantes del rock de pelo largo, guitarras veloces y agudas, baterías con doble bombo y cantantes de gran presencia, ambas bandas mostraron una impresionante solidez y una potencia que no cedió en ningún momento, cada una de ellas con sus matices, a pesar de las grandes similitudes.

En tal sentido, mientras Europe no mostró fisuras y dejó en claro que sus grandes éxitos «Carrie» y «The final countdown» son apenas dos rarezas en su poderoso y notable repertorio, Whitesnake lució un poco más despareja, con algunos trucos sonoros recurrentes que replicaron algunos clishés del género y un sonido un tanto desprolijo.

La otra gran diferencia radicó en sus cantantes, porque si bien el líder de Whitesnake, David Coverdale, de 68 años,con su postura escénica hizo gala de su extensa y lujosa trayectoria, que incluye un recordado paso por Deep Purple, su voz evidenció el paso del tiempo y sonó demasiado áspera en numerosos pasajes.

 

En contraposición, el vocalista de Europe, Joey Tempest, unos 12 años más joven, redondeó una tarea sin fallas, con un registro que pareció haber quedado anclado en los gloriosos años `80.

Fue la banda británica, en el marco de la gira presentación de su último disco «Flesh & blood», el número central de la noche, que en poco menos de una hora y media de show, se dio el gusto de repasar sus páginas más pesadas a nivel sonoro y permitió el lucimiento personal de muchos de los miembros de la banda, sin dejar fuera de su repertorio sus canciones más exitosas.

Aunque obviamente no faltaron «Is this love», «Here I go again» y «Love ain´t no stranger», tres de sus temas más famosas, también hubo lugar, entre otros, para «Bad boys», «Still of the night», «Give me all your love», «Shut up & kiss me», «Trouble is your middle name», en donde se lució el bajista Michael Devin, y, sobre el final, «Burn», el clásico de Deep Purple al que el propio Coverdale puso voz.

Bajo la batuta del experimentado cantante, viejo lobo de mar que supo suplir fallas propias del desgaste de los años con una rotura de registro que lo acercó a las voces asociadas a corrientes más extremas del heavy metal; los guitarristas Joel Hoekstra y Reb Beach se trenzaron permanentemente en un duelo que muchas veces redundó en algunos lugares comunes, como el desmedido uso del tapping y una virtuosa velocidad que no siempre tuvo mucho para decir.

Mejor suerte corrieron los momentos de lucimiento personal del baterista Tommy Aldridge, quien sorprendió especialmente al momento de su solo cuando tiró sus palillos al público y continuó tocando a mano limpia.

 

Lo cierto es que, aún con sus puntos endebles, el saldo de la performance de Whitesnake resultó altamente positivo gracias a una energía que enmascaró cualquier lugar común y falta de claridad en el sonido.

Antes de los británicos, Europe asombró en 70 minutos de show a cualquier espectador prejuicioso que creyó que asistiría al concierto de una banda dueña de apenas una balada romántica metalera y una pegadiza cortina musical de un programa de TV de los `80.

Por el contrario, el grupo sueco no presentó fisuras en el visceral repaso de un puñado de canciones de un hard rock que, por momentos, coqueteó con el heavy metal, entonadas por un impecable Tempest y ejecutadas por una sólida y precisa banda.

«Walk the earth», «Rock the night», «Scream of anger», «Superstitious» y «Cherokee» fueron algunas de las composiciones de un repertorio que, no eludió clásicos, pero ofreció un pantallazo de lo mucho y bueno que se oculta detrás de los hits.

Con sus matices y diferencias, tanto Europe como Whitesnake probaron que, en épocas de trap, música eléctronica y rock estilizado, el hard rock aún tiene mucho para contar y que la jubilación de la vieja guardia, que engalanó los años de gloria del género, todavía puede esperar un poco más.