A finales del año 2019, Ignacio «Nachiso» Bresciani llevaba una vida en relativa armonía en Rosario, donde se desempeñaba y trabajaba como músico sesionista con su saxo y, también, como técnico en sonido en el bar Club 1518, lo que permitía organizar sus compromisos económicos y mantener su nivel de vida.

Por esas cosas del destino, un mensaje de whatsapp cambió el rumbo de su vida. Es que su amigo Cachito Scaglia lo invitó a participar de su proyecto musical, al cual le faltaba un saxofonista, nada más y anda menos que en Playa del Carmen, un paraíso tropical que queda en la rivera maya, en México.

Para el saxofonista esta propuesta fue un poco disruptiva en su vida. Lo que había costado un tiempo acomodar, tenía que dejarlo e ir a una nueva cultura lejos de sus seres queridos.

Al ponerlo en consideración con su familia y sus amigos más cercanos, Nachiso decidió emprender este viaje, incentivado también por el ofrecimiento del pasaje aéreo costeado por la banda que lo contrataría. El 21 de diciembre de 2019, saludaba por la ventanilla del avión la ciudad que lo vio nacer.

En principio, el viaje sería solamente por 3 meses, «para probar suerte y conocer» pensó el músico. Pero debido a la pandemia, su regreso se pospuso, como también las actividades que llevaba adelante para mantenerse día a día tanto el alquiler, la comida y, por supuesto, el mantenimiento de su herramienta y amigo, el saxofón.

Conclusión entrevistó al artista rosarino, quien contó que actualmente está «trabajando con una violinista brasilera y estamos trabajando en hoteles y restaurantes de cadena muy importantes».

«Está de moda esta música que vengo haciendo. Y en los eventos, en las bodas están muy interesados en este proyecto», agregó Bresciani sobre el producto musical que está llevando adelante.

Al consultarle sobre la disponibilidad laboral para los saxofonistas en el lugar, el músico dijo que «en la música mexicana si hay saxo, pero es otro tipo de música lo que estoy haciendo. Es un pop electrónico lo que estoy desarrollando, siempre pensando en trabajar».

La decisión de irse del país, de su ciudad natal, no fue instantánea: «Me fui el 21 de diciembre de 2019. No fue fácil, pero a mí me llamaron para tocar en una banda. Me compran el pasaje. No tuve muchas chances de pensar. Yo estaba trabajando de sonidista en el Club 1518. Había conseguido una estabilidad como músico saxofonista y sonidista».

«Cuando me llaman para venir a México, me pregunté qué era lo mejor. Lo charlé con gente querida, la pensé un poco y me decidí. Pensé que iban a pasar dos o tres meses y me pegaba la vuelta», añadió el saxofonista.

Bresciani explicó que cuando llegó a Playa del Carmen, «al principio había mucho trabajo con la Ufo Vans. Todavía seguimos tocando. El cantante es rosarino, Cachito».

Continuó: «El cantante de la banda es amigo mío hace muchos años. El saxofonista que estaba se fue a Europa y no volvió más y entonces el me llamó y me dijo que me necesitaba. Así que tenía una fecha en Rosario. Hice la fecha y me tomé el avión el sábado. Llegue al aeropuerto, bajé del avión y me crucé a la Isla Mujeres a mi primer trabajo«.

Al llegar la pandemia, los planes y las proyecciones, como a todo el mundo, se vieron modificados. «A los 3 meses de eso me agarró la pandemia. Por suerte, el turismo y el mar hicieron que no sea tan doloroso el encierro. Estuve 3 meses sin actividad, estábamos todos con pánico y sin entender. Pero después pude salir a la calle y ahí me fui armando este proyecto solista. Me empezaron a llamar de los lugares y ahí comencé fuerte con esto y en formato solista», explicó el artista.

A pesar de las vicisitudes y condicionamientos de la pandemia, Nachiso pudo remontar. Él expresó que bajo esa circunstancia «empecé a crecer como solista porque era más fácil laburar solo que con una banda. Por suerte, pude reafirmar este proyecto laboralmente y estoy creciendo día a día«.

El músico rosarino argumentó que lleva adelante con firmeza este proyecto «básicamente porque me estoy sosteniendo económicamente con esto. Encontré un lugar de trabajo, me armé mi sistema de sonido para que sea más dinámico. Es una salida laboral jugosa».

Y concluyó: «Acá se le da valor al músico, inclusive se gana más que un empleado de cualquier cosa. Me di cuenta que ser saxofonista me permitió mantenerme y, en este momento, estar palpitando mi visita nuevamente a Rosario en febrero».