La escritora colombiana María del Mar Ramón presentó una nueva edición del libro de su autoría, Coger y Comer sin Culpa, la historia de su vida contada en primera persona.

María del Mar nació en Bogotá en 1992 pero en 2012 se trasladó a Buenos Aires y vive allí desde esa fecha. Es cofundadora de la ONG Red de mujeres y participa del proyecto internacional Beach Camp.

Un libro llenos de experiencias y reflexiones sobre la alimentación y la sexualidad de las mujeres, dentro de un sistema, según la autora, patriarcal que condiciona y ejerce poder sobre el deseo y el placer femenino.

En una entrevista con Conclusión, la autora del libro mencionó su parecer sobre la lucha feminista por el derecho al placer y su experiencia con respecto a temas que resultan ser permisibles solo «para los hombres».

-¿Qué nos vamos a encontrar en las páginas de tu libro?

-Es un libro cercano que busca a través de la primera persona describir situaciones que muchas mujeres conocemos y que pasamos y tratar de hacerlo sin prejuicio y con cierto desparpajo. Creo que la lectora, sobre todo, va a sentirse un poco menos sola y más acompañada en estas cuestiones que nos enseñaron que deberían darnos vergüenza y culpa y creo que esto es un ejercicio muy importante. Y hablando de los varones, creo que va a sentirse, quizás, identificado en algunas cuestiones, pero también va a poder conocer la experiencia y algunas de las censuras y aleccionamientos que sufrimos las mujeres de primera mano y desde un libro que busca, justamente, empatizar.

-Estas censuras de las que hablás en el libro, ¿siguen estando vigentes en esta época?

-Creo que estamos comenzando a poner eso en discusión. Creo que dentro de nuestro movimiento, no se le dio tanta trascendencia durante mucho tiempo, pues porque también tenemos que pedir lo más básico y elemental y es estar vivas, pero creo que hay una posibilidad gracias a que muchas mujeres, travestis y trans han puesto el cuerpo en esta discusión y han dicho no solo queremos estar vivas, queremos tener buenas vidas y queremos tener vidas placenteras y queremos tener vidas justas y queremos poder hablar del placer como un derecho de las mujeres también y no solo mantenernos con los simple y básico sino aspirar a un poco más.

-¿Pensás que es posible que estos cambios se den en poco tiempo?

-Yo creo que se va a poder. Lo estamos cuestionando. Yo creo que el placer y no como placer sexual, sino el placer entendido como la posibilidad de concretar los deseos, es algo que no hemos tenido mucha posibilidad de hacer las mujeres porque nuestras vidas han estado supeditado al deber. Entonces deberíamos preguntarnos por nuestros proyectos de vida, deberíamos preguntarnos por si queremos o no ser madres, no como destino sino como deseo. Poder romper ese orden de lo que debemos ser, es algo muy fundamental para poder acceder al placer, y eso no estuvo dado por sentado por nosotras, por lo que creo que si es una conquista muy importante del movimiento feminista.

-¿Cómo reaccionan las mujeres cuando se encuentran con el contenido del libro?

-Yo me he encontrado con reacciones muy bonitas. Por lo general, la reacción standard es la identificación. Para mí es raro porque es un libro en primera persona y soy colombiana, y yo pensaba que había cuestiones que a la cultura argentina le iba a resultar más ajena, cuestiones de la idiosincrasia que yo creía que era colombiana, y no, las personas argentinas, chilenas y uruguayas se sienten identificadas y eso me hace sentir bien por un lado porque me parece que es valioso el libro. Todas las mujeres fuimos criadas con ese ese aleccionamiento sobre nuestros cuerpos y nuestros deseos. La recepción suele ser de identificación y a mí eso, por lo general, me alegra que las mujeres encuentren en el libro un refugio y un abrazo, pero también me hace sentir a veces un poco desolada de pensar que una nunca quisiera que tantas mujeres se hubieran sentido identificadas con tantas situaciones dolorosas.

-¿Tuviste otro panorama cuando comenzaste a conocer y a saber que le ocurría a otras personas?

-Era una cosa totalmente subjetiva. El primer capitulo del libro habla sobre mis desordenes alimenticios, con algunos recursos teóricos pero habla siempre en primera persona, y a mi me escriben mujeres de todos los cuerpos, bajas, altas, gordas, flacas, todas las mujeres tienen problemas con su cuerpo o tuvieron censura sobre su cuerpo y tuvieron todo el tiempo alguien que le decía que su cuerpo no era suficiente y que tenían que ser de tal o cual manera. Yo creía que era un problema mucho menos generalizado, y un poco nos da una dimensión macro de que si hay una cuestión muy fuerte de la corporalidad y que es muy generalizada.

-¿Por qué fueron censuradas las mujeres a través de la historia?

-Yo creo que el patriarcado tiene un fundamento material, porque necesita que las mujeres estemos relegadas en el ámbito privado, haciendo el trabajo domestico, pariendo a los hijos sin una remuneración económica y eso si es algo para lo que el sistema nos necesita produciendo como mano de obra en el ámbito privado. Entonces, esto es una disputa entre lo público y lo privado cuando nosotras accedemos a lo público, y para que eso sera de esa manera y para que nosotras estemos convencidas de que eso es el único destino posible es necesario que no sepamos para no acceder a más y que no sepamos que la vara puede ser más alta y que no tengamos claro que tenemos derecho al placer si no lo conocemos. Es mucho más fácil someter mujeres que están habituadas a la violencia y al maltrato y creen que esa es la única opción, que someter mujeres libres que al menos entienden y conocen la posibilidad de disfrutar de sus identidades y sus cuerpos. Entonces, creo que esto sí tiene una posibilidad y un engranaje del sistema patriarcal en la que no nos hemos fijado tanto pero que finalmente aporta al mismo objetivo del patriarcado.

-¿Cuál es el objetivo de «Coger y Comer sin Culpa»?

-Que reconforte, pero sobre todo que cuestione, creo que es un libro que abraza y contiene, pero también incomoda mucho. A mi me interesa la incomodidad como un estado. Que sea una herramienta de cuestionamiento constante, mas que de respuestas, que sea de preguntas.