«Nosotros generamos una energía bastante negativa y va en contra del paradigma actual a la hora de hacer música, que es complaciente, banal, sin profundidad. Nosotros estamos en contra de todo eso. Por eso me parecía un gran desafio», dijo el artista a Télam, al referirse a los dos shows previstos para el 5 y 6 de abril, en Groove, ubicado en la Avenida Santa Fe 4389, en el barrio porteño de Palermo.

Conformada por Rotman, Fernando Ricciardi, Martín y Diego Aloé y Hernán Bazzano, Cienfuegos fue una agrupación que se destacó en la segunda mitad de la década del ’90, con un sonido que remitía al post punk más rabioso y oscuro, a través de tres discos de estudio y uno en vivo.

Con un perfil de «banda maldita», el grupo sorprendió meses atrás cuando desde las redes sociales anunció su regreso a 12 años de su última presentación.
«Lo que me interesó de este regreso es que me juré que nunca lo iba a hacer. Esa misma dualidad, pasado tiempo tiempo y siendo músico, me parece que un desafío artístico. Se trata de enfrentar una situación que pensabas que no ibas a poder resolver», explicó Rotman, a la hora de repasar las motivaciones de esta inesperada reunión.

Télam: Alguna vez dijo que en Cienfuegos, todo lo que podía salir mal, salía mal. Pasado el tiempo, ¿siente que había una deuda por ese lado?
Sergio Rotman: Por un lado, tenemos dos shows por delante y todavía puede salir todo mal (risas). Pero ya empezó todo distinto desde el punto de vista que está todo sold out. Por ese lado, cambio la energía porque nunca fuimos una banda convocante. Después, se trata de buscar desafíos artísticos en una época en que música y arte están más distanciados que nunca. Desde la llegada de los servicios de streaming, la música no es más que un commoditie, como el aire acondicionado o poder ir a tomar un helado. En medio de este paradigma, me parece que Cienfuegos es una hermosa patada en los huevos.

T: ¿Es posible resucitar la rabia y la oscuridad que transmitía Cienfuegos en los ’90?
SR: No hay posibilidad de rabia alguna en estos tiempos porque la acomodaron, fueron perfeccionando las formas de dominar al ser humano y las redes sociales son la frutilla del postre. Ninguna banda de música de ningún estilo, de ninguna parte del mundo tiene letras contestatarias. El músico ya no representa la rebeldía ni la necesidad del ser humano de expresarse negativamente sobre lo que le toca vivir. El músico no es nada más que el apantallador de boludeces. No hay espacio para gente como nosotros. Estamos en uno de los momentos más oscuros que me tocó vivir, lo cual no quiere decir que no haya música buena, pero toda la hace gente que tiene más de 50 años. Conozco hasta el último artista de trap del mundo y no hay uno que te emocione, que pueda decir algo. Todo es aceptar el consumo como medio de evolución. Hoy por hoy no habría lugar para una banda como Cienfuegos.

T: En ese contexto, ¿cómo es el trabajo para que la reunión de Cienfuegos no quede en un ejercicio nostálgico de lo que fue el rock en algún momento?
SR: Que la música sea un commoditie impide que puedas reflejar tu angustia espiritual a través de ella. Hay otro problema también en la manera en que se produce la música. Antes, seas Cienfuegos o Village People, tenías que ir a un estudio y grabar. Hoy no hace falta eso. En un punto está bien que todos puedan hacer su música, aunque yo no creo en la democracia, y menos en la democracia en la música. Viniendo de la raza humana, que todos puedan hacer todo me parece una pesadilla espantosa. No creo que haya espacio en este momento para producir desde la música algo emocionante, pero no significa que eso no pueda suceder. No creo que las condiciones lo permitan, pero ojalá me equivoque.