Por Mario Luzuriaga y fotos de Florencia Vizzi

En el mediodía de hoy se presentó en un hotel céntrico la película «El Jugador», la ópera prima de Dan Gueller protagonizada por Alejandro Awada y Pablo Rago. Rago estuvo también presente, en esta primera parte su director nos cuenta los pormenores del rodaje en esta nota exclusiva con Conclusión.

—Siendo abogado en ejercicio ¿qué se te dio por la dirección de cine?

—Es una pregunta que cuando la respondo la gente espera mucho más de mí, pero la realidad es que me gustaba mucho. Miraba mucho cine y pensé en que un día iba a lograrlo. Mientras estaba con abogacía estaba haciendo cursos como por ejemplo historia del cine, siempre a la par de mirar cine. Por suerte tuve la época del videoclub, en la que las películas estaban bien clasificadas por género, director; entonces cuando veías una de ese autor podías ir y buscar todas. Y después seguir con cursos de montaje, realización y en la mitad de abogacía, decidí a meterme más y el último año lo hice en paralelo con cine. Y simplemente decidí a escribir hasta que un guión entre; éste es el tercero que escribo.

—Realizaste un corto y paso siguiente fue este largometraje ¿cómo nació esta idea?

—Una vez que tuve el proyecto se lo lleve a Silvana De Francesco, la productora y socia, nos embarcamos en lo que es el camino de la producción fueron a través del INCAA. Hicimos un corto para mostrar más o menos lo que teníamos, es algo muy importante para un director de ópera prima, mostrar que puede trabajar con equipo, que puede además tener una buena propuesta y que quede bien. Y de ahí en más es empezar a trabajar.

—¿El libro de Dostoievsky en que se basa la peli te gustaba desde antes o lo elegiste de casualidad?

—Yo tenía un recuerdo muy claro de una cuestión del libro, recordaba que me había causado mucha gracia, a pesar de tener personajes que tenían muchas miserias, sin embargo son muy humanos y recordaba a una estructura bastante sencilla: un personaje que entra a una situación y termina cuando se va. Recordaba que tenía un ritmo interesante y fue lo que un día se prendió la lamparita y dije:»lo voy a transformar en la película que yo quiero hacer». Le metí un elemento policial que originalmente no lo tenía y va por el lado de un policial negro clásico, personajes medio perdidos, son personajes que se manejan al límite, todos se arriesgan mucho.

—¿Cómo se te ocurrió adaptarlo a nuestros tiempos?

—Admito que eliminé gran parte del libro original y me quedé con pocas escenas que formaban el esqueleto y después es un casino, un hotel y cinco personajes. Sin dudas que la historia tiene un contexto histórico importante que la peli no tiene, que es la Rusia pre-revolución bolchevique. Pero acá hay algo relacionado que tiene que ver con los nuevos ricos, pero que también con la gente que tiene mucha plata y que le gusta aparentar y que no le gusta trabajar.

—¿Cómo armaste el elenco?

—Con Alejandro Awada ya teníamos una relación anterior, entonces le llevé el guión y se quedó enganchado. Después trabajamos bastante con una directora de casting y le dimos muchas vueltas para encontrar a los personajes, que por la dinámica de las relaciones familiares que tiene la película, concuerde. En el caso de Pablo (Rago) era muy importante porque era el antagonista y tenía que llevar al personaje de Alejandro que es muy misterioso, al ser un jugador no sabes si levanta una ceja es para decirte algo o no, en el libro original era completamente extrovertido. Éste personaje es más de policial y Pablo tenía que contrarrestarlo.

«Le metí un elemento policial que originalmente no lo tenía y va por el lado de un policial negro clásico, personajes medio perdidos, son personajes que se manejan al límite, todos se arriesgan mucho».

—Hay uno de los personajes que me llamó la atención fue el de «Paulina» que lo interpretó Lali González…

—Acabas de dar en la tecla, el personaje de Lali fue muy difícil de encontrarlo. Tuvimos varias actrices que quedaron en el camino por diferentes circunstancias, habíamos empezado a trabajar con una, pero por cuestiones del rodaje, se abrió del proyecto; después cayó otra a tres semanas de empezar en rodaje y tampoco teníamos a la musa que disparaba las situaciones. Hasta que la directora de casting me presentó a esta actriz paraguaya que estuvo en «Siete cajas» y trabajó el acento y lo sacó perfecto. Es más en post-producción estaba la posibilidad de poder doblarla, pero no le tuvimos que tocar nada. Es el personaje más frágil y a su vez pasa por diversos estados de ánimo que no tiene los otros personajes.

—¿Cómo fue trabajar dentro del casino?

—Esa gestión fue casi la que disparó el proyecto podíamos tener a cualquier actor, pero necesitábamos más el casino y el hotel. La gente de ahí se portó muy bien, muy predispuesta y muy entusiasmados.

— (Silvana De Francesco) Fue como muy bienvenido el proyecto, el casino de Mar del Plata fue durante muchos años el único casino que existía y tenía toda una mística y glamour. En los primeros años era un casino privado, en donde los que ingresaban tenían una credencial, era una especie de club exclusivo; entonces se da que generalmente los que trabajan en el casino son hijos o parientes de los que en un momento eran empleados de ahí. Hay una cuestión generacional ahí.

—Si no me equivoco es la tercer película que se filma en el casino de Mar del Plata…

—(Dan Gueller) Si las dos películas de bañeros y la nuestra (risas). Nos habían contado eso pero no hubo mucho juego que digamos. Es un gran lugar, fue difícil en términos de logística porque tuvimos que usar fichas reales. Si alguien se quedaba con una ficha se podía cambiar e imaginate que había escenas con sesenta extras, fue todo un tema. El horario también, porque teníamos tiempo a partir de las dos de la mañana hasta las diez.

—¿Tenés ganas de filmar cine de género?

—Yo en el lugar que más me siento cómodo es el policial y en este proyecto donde había un drama familiar, le agregué ese ingrediente. Me gustaría incursionar en el género policial.