Disney lo hizo de nuevo con la secuela de «Ralph, el demoledor».  Una aventura más ambiciosa que su predecesora pero que por momentos se quedó en el camino.

No es que esté mal, todo lo contrario, sino que el mundo de Internet es tan extenso que solo optó por mostrar lo que conocemos todos.

En esta secuela Ralph y Vanellope siguen viviendo en el mundo de los arcades, pero cuando el volante del juego de carreras de Vanellope se rompe, corre el riesgo de que desaparezca.

Ante eso ven que al local llega Internet y que ahí podrán conseguir el volante para que se repare, pero dentro de ese gran mundo virtual, nuestros amigos vivirán una aventura plagada de enredos.

«Ralph, el demoledor» fue un gran éxito ya que Disney nos ingresó al mundo de los Arcades ochentosos y ahora sube un nivel más con la llegada de Internet.

Internet es un mundo aparte y que no tiene límites a la hora de explorarlo y en esta película se queda en el camino a dicha exploración. Y me refiero en el camino porque recorre los sitios web más conocidos como Twitter, Instagram, BuzzTube (parodia de YouTube), Google y eBay. Obviamente los más utilizados en Estados Unidos, pero que son reconocidos en todo el mundo.

Aquí es donde la aventura nace y Ralph y Vanellope buscan un objetivo común, pero entra la duda de quedarse en la zona de confort o expandirse y vivir otras experiencias. La duda es el conflicto que tiene la pequeña Vanellope, que ama el riesgo y encuentra en un loco juego de carreras su lugar en el mundo; mientras que Ralph es feliz en su juego.

Las situaciones que viven dentro de la web son desopilantes para el público más adulto que convive con este mundo, pero que divierte también a los más chicos que consumen este mundo a través de los celulares.

Está bien con los mensajes profundos sobre la amistad y sobre la evolución a la hora de seguir adelante con la vida, pero Internet tienen mucho material para ser explorado y ridiculizado.

Calificación: Buena.